Vigilar la aparición de lesiones anómalas en la piel puede ayuda a diagnosticar a tiempo un cáncer cutáneo por medio de la realización sistemática de una autoexploración.

El objetivo de ello es que cada persona conozca las características de su piel, de manera que, ante cualquier cambio, acuda al médico para que realice el diagnóstico y tratamiento más adecuados.

Dichos cambios pueden ser tanto por la aparición de una nueva lesión (lunar, mancha, costra…), como por las variaciones de una ya existente (un lunar que cambia de forma, tamaño, color…).

Muy variado

Y es que el aspecto de las lesiones que pueden presentar los cánceres de piel es muy variado. En el caso de los carcinomas, destacan la aparición de manchas (generalmente rojizas) que pueden descamarse y sangrar, nódulos (elevaciones o prominencias redondeadas en la piel) y úlceras que no cicatrizan. 

En los melanomas las características que presentan las lesiones con mayor frecuencia vienen determinadas por la regla del “ABCDE”, como aclaran desde Contra el Cáncer en Álava.

¿Qué significa cada letra?

En cuanto al significado de las mismas, la letra “A” responde a la de la “asimetría”. Por ejemplo, un lunar que no tenga forma ovalada.

La “B” se refiere a que hay que fijase en “bordes irregulares y con picos”.

La “C” es la de “color variado, no homogéneo”. Por ejemplo, del marrón claro al negro.

La “D” es la de “diámetro” y en este sentido, hay que tener en cuenta si tiene uno mayor de 6 milímetros,

Por último la “E” es por “Evolución”, lo que significa que hay que estar en alerta ante el cambio de aspecto en cuanto a tamaño, color o espesor.

¿En qué orden hacerla?

Ante cualquier lesión que presente alguna de estas características, se debe consultar con el dermatólogo a la mayor brevedad. En el caso, por ejemplo, de tener un número significativo de lunares (hablamos de 100) hay que pasar revisiones periódicas con el especialista.

Lo recomendable es explorar la piel una vez al mes sin olvidar ninguna parte del cuerpo; incluido el cuero cabelludo y las palmas de las manos y pies.

En cuanto al orden, primero hay que fijarse en la cara (incluyendo nariz, labios, boca y detrás de las orejas). Segundo, en el cuero cabelludo. Tercero, revisar las manos. Cuarto, toca prestar atención al cuello, pecho y parte superior del cuerpo. Quinto, levantar el brazo para examinar su parte interna y la axila.

Sexto, observar la nuca y espalda hasta abajo. Y séptimo, glúteos, parte posterior de las piernas, plantas de los pies y, por último, dedos.