Óscar y Nacho descargan sin cesar cajas y cajas de camisetas, chubasqueros y sudaderas en el stand que la asociación alavesa ASAMMA de mujeres con cáncer de mama y ginecológico, ha instalado en el parking de Mendizorroza. 

Apenas falta una hora para que comience la carrera solidaria en apoyo a las afectadas por la enfermedad y a sus familias en la que colabora DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA y el Paseo de Cervantes ya comienza a teñirse de rosa, el color del apoyo a la lucha contra el cáncer de mama. “Es muy importante estar hoy aquí”, apuntan ambos, conocedores del traumático proceso de la enfermedad.

Óscar y Nacho son maridos de mujeres con cáncer de mama. “Solo ellas entienden el sufrimiento, nosotros no podemos curarles, para eso están los médicos, solo apoyarles y ayudarles, estar ahí en todo momento; ellas lo sufren y nosotros lo padecemos”, dice Nacho.

En el caso de su esposa, Begoña, la pesadilla comenzó hace tres años, hace año y medio que más o menos está bien, aunque con dolores por la medicación que sigue para que no se reproduzca el cáncer, dolores y pérdidas de memoria, mareos y un largo etcétera de secuelas. 

El miedo a que se reproduzca

Pero el cáncer ha sido tan agresivo que saben que volverá, lo tienen asumido, cuenta sin poder evitar emocionarse. “Sabemos que se va a reproducir, los médicos nos dijeron que en diez años suele ocurrir y que cuando llegue ese momento será en forma de metástasis y no hay nada que se pueda hacer, por eso, solo intentamos vivir el hoy”.

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En imágenes: así ha sido la emocionante carrera contra el cáncer de mama en Vitoria Pilar Barco

Su testimonio es desgarrador, al igual que el de miles de familiares que han vivido y viven el proceso de una enfermedad capaz de ser mortal, aunque el índice de supervivencia cada vez sea mayor. 

“No me preguntes eso”, se excusa al pensar en todo el proceso, en el camino recorrido y sufrido. “A mí hasta me llegó a echar de casa, me vi solo; se sintió impedida para todo, pero aquí seguimos, la pareja está para eso, para lo bueno y para lo malo”, entiende.

Apoyo psicológico

Mientras las últimas participantes en la carrera recogen sus dorsales, Nacho recuerda cómo el cáncer de mama torpedeó sus vidas con 47 años Begoña y 49 él.

“La ayuda que presta la asociación es muy importante para ellas, sobre todo psicológicamente. Hablar con otras mujeres a las que les ha ocurrido lo mismo, les ayuda. Y la investigación lo es todo. Hace 25 años les hacían una mamoplastia y punto; hoy, los médicos procuran salvar el pecho, la mama, muy importante para la imagen de la mujer. Tengo un par de amigas que no se sienten mujeres por no tener un pecho, y todo eso se ha logrado a base de investigar”, subraya Nacho. 

Investigación en Txagorritxu

Ése es, precisamente, el objetivo de esta carrera de cinco kilómetros por calles de Vitoria, recaudar dinero y donar los fondos a la investigación contra el cáncer de mama. En esta cuarta edición de la prueba, el talón de 3.000 euros lo entrega ASAMMA a GEICAM, grupo investigador que lidera la jefa de Oncología de la OSI Araba, Severina Domínguez, en Txagorritxu. Al final de la prueba solidaria, en la meta, lo recoge Beatriz Benítez, del Hospital de Día Onco-Hematológico de la OSI Araba. 

La asociación se muestra satisfecha con la participación. Finalmente, los inscritos han sido 1.850, frente a los 1.300 del pasado año. “Cada año nos apoyan más personas”, valora Marisol Díaz de Cerio, presidenta de ASAMMA. 

“Gracias a la investigación, ahora es todo muy distinto; los tratamientos son más personalizados, a nosotras nos hacían a todas lo mismo”, comenta con Txus, tesorera de la asociación al recordar sus diagnósticos hace 16 años. 

La crudeza de padecer un cáncer de mama

“No te curas nunca, puedes sobrevivir, pero siempre sigues en médicos y con secuelas”, coinciden. Por ello, no les gusta mucho aquello de “superar la enfermedad”. En el caso de Txus, del cáncer de mama le queda un marcapasos.

Las secuelas son muchas y diferentes en cada paciente; las más frecuentes afectan a los huesos, al corazón o llegan en forma de metástasis y linfedemas”, apunta la presidenta. “El tumor te lo quitan, pero quedan los efectos de la quimioterapia: caída de pelo y de pestañas, náuseas, dolores, etc., y para las mujeres eso es... A una mujer le quitas el pelo y la hundes”, incide Marisol.

“Nunca me he querido ver sin pelo, mirarme al espejo, salía de la ducha y me ponía la peluca antes de mirarme”, confirma Txus. “Es que no te identificas, no te reconoces”, añade Marisol. Para ella fue lo peor. Tampoco quiso mirarse cuando le quitaron el pecho porque “me iban a hacer una reconstrucción”, dice. Txus, en cambio, recuerda como lo peor tener que decírselo a sus padres y a su hija de 10 años. “Perdieron una hija a los 21 años”, aclara.

Ambientazo en la carrera

La carrera solidaria contra el cáncer de mama discurre ya por Florida hacia la plaza de toros en un ambiente festivo y reivindicativo inmejorable. Los participantes corren, caminan, incluso van en bici o a paso ligero ayudados por dos bastones. Avanzan entre risas, conversaciones más serias y complicidades. 

Asoman por la zona de las universidades, unos más cansados que otros, pero satisfechos de aportar un granito de solidaridad –la inscripción cuesta 8 euros– a una causa tan seria. Una hora larga después regresan al punto de partida, al Paseo de Cervantes, para tomar parte en la representación de zumba unos, para continuar su actividad física por Vitoria, otros, a los que se ve con dorsales rosas por la Avenida.

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En imágenes: todas las fotos de la carrera contra el cáncer de mama en Vitoria Pilar Barco

Óscar, cuyo testimonio coincide con el de Nacho, como esposo, pareja de una mujer con cáncer de mama, apenas lleva un año en la asociación, implicado igualmente al cien por cien con la labor de ASAMMA. 

“Escuchando a Nacho, lo mío es un paseo”, señala. Acaba de reincorporarse al trabajo tras dejarlo un tiempo para cuidar y apoyar a Susana. Ha necesitado ayuda psicológica.

Montaña rusa de emociones

“Me he sentido un poco el saco de las hostias”, resume al narrar la montaña rusa de emociones que sentía y sufría Susana desde que le diagnosticaron la enfermedad a los 42 años. “Lo mismo lloraba, que se reía o derrumbaba”, enumera. 

El cáncer lo copa todo, borra todo lo demás. “Solo sé que antes de la enfermedad de mi mujer tenía un montón de problemas, preocupaciones, y ya no sé, no me acuerdo ni cuáles eran, no debían ser tan importantes”, reflexiona.

Sí tiene muy presente el mal rato pasado cuando tuvo que dar la mala noticia a su familia y a los amigos, ya que “nosotros nos lo comimos a nuestra manera, pero tener que decirlo a los demás...”.

A día de hoy, Susana está bien, con tratamiento de tamoxifeno para que no se reproduzca el cáncer de mama y a la espera de una reconstrucción de pecho, pero con diagnóstico médico esperanzador.

Y para darle una alegría ha venido por sorpresa su madre desde Madrid, solo para verla, estar un rato y correr juntas esta carrera solidaria.