Las personas con baja visión, a menudo tienen problemas cuando entran en una tienda a comprar ropa, comida o cualquier otro artículo. También para llenar la cesta de alimentos en el supermercado.

No distinguen bien los colores, obstáculos situados en el pasillo o los precios que marcan las etiquetas. En ocasiones, les cuesta encontrar los probadores y los productos en las estanterías de las grandes superficies. 

Así lo cuenta Valentín Simón, de la junta directa de la asociación Begisare, asociación empeñada en mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por problemas de la vista.

Ante esta realidad, el servicio de Convivencia y Diversidad del Ayuntamiento de Gasteiz va a iniciar una campaña de sensibilización destinada al sector comercial y hostelero de la ciudad. 

Formación a comerciantes y hosteleros

Consiste en dos sesiones formativas con trabajadores para que sepan cómo atender de forma más eficaz a las personas con baja visión.

Se trata de unas reglas básicas para mejorar la interacción entre vendedor y cliente, que impartirá Begisare.

Serán el 25 y 26 de octubre, en sesiones de hora y media de duración. Los grupos están pensados para 25 personas, y son las asociaciones de comercio y hostelería de la ciudad las que se encargan de informar de esta posibilidad a sus asociados por carta.

El objetivo, en definitiva, es “saber cómo podemos detectar si una persona tiene baja visión para, así, poder atenderle mejor y facilitarle el día a día, ahondando en la igualdad de trato y la no discriminación”, apunta la técnica municipal Silvia Pardes. 

Decálogo de reglas básicas.

¿Cómo le atiendo?


1. Ofrécele tu ayuda. Preséntate, ponte a su disposición y pregúntale cómo le puedes ayudar.

2. Sé natural. Usa tu tono de voz habitual y no evites términos como ver o mirar.

3. Dirígete a la persona afectada, no a su acompañante.

4. Evita los gestos y términos imprecisos (así, aquí, allí...). En su lugar, usa respuestas habladas e indicaciones precisas (a tu derecha, detrás de ti, arriba, al fondo a la izquierda...)

5. Avísale al acercarte y al irte para evitar que se asuste o se quede hablando sola.

6. Si le ofreces un artículo, díselo y pónselo en la mano . Descríbelo de forma general, te dirá si necesita más detalles.

7. Si necesita ir al probador o al baño, indícale su situación y ofrécete para acompañarle.

8. Para guiarle, no le agarres, ofrécele tu brazo y camina ligeramente por delante. Indícale si hay escalones, estrechamientos u obstáculos.

9. Para facilitarle asiento, pon su mano en el respaldo de la silla, el resto lo hará ella.

10. A la hora de cobrar, confírmale el dinero que ha entregado y devuélvele el cambio o la tarjeta de crédito a la mano.

Con esta campaña, damos un paso más en materia de accesibilidad; aportaremos herramientas a las empresas para que puedan mejorar su atención a las personas con discapacidad sensorial y que éstas puedan superar las posibles dificultades que se encuentran en su día a día”, valora el concejal de Convivencia y Diversidad, Pascual Borja.

“De esta forma, podrán disfrutar de su experiencia de compra y de ocio”, añade.

Barreras físicas y sensoriales

Más allá de las barreras física, que también las hay, preocupan a este colectivo las sensoriales, tanto o más perjudiciales y que, a veces, pasan más desapercibidas para las personas que ven bien. 

Tiendas poco iluminadas, con pasillos sin señalizar y mercancía, carros u otros obstáculos en medio son dificultades todas ellas a las que se se suman otras, como el trato.

“Lo primero que hay que hacer es hablar, preguntar ¿en qué te puedo ayudar? Hay que empezar preguntando para que cuando detectes a una persona con aire despistado o desorientado deambulando por la tienda, no pienses que va borracho o quiere robar”, ironiza Simón. 

No es una exageración. Son situaciones que las personas con baja visión confiesan que les suceden.

"Se extrañan en una tienda cuando preguntamos si tal prenda es verde o azul, al igual que cuando no cogemos la tarjeta de crédito o las vueltas que nos da el dependiente porque no vemos bien"

Valentín Simón - Miembro de la junta directiva de la asociación Begisare

“Nos confunden con borrachos, torpes o drogados si vamos por la calle y nos chocamos con un pivote. Dicen: Ése, cómo va", cuenta.

O se extrañan en una tienda cuando preguntamos si tal prenda es verde o azul, al igual que cuando no cogemos la tarjeta de crédito o las vueltas que nos da el dependiente porque no vemos bien. También cuando en la pescadería preguntas el precio de la merluza con el cartel al lado. Y, claro, te miran con extrañeza”, reconoce.

“Lo que más notamos es la falta de accesibilidad sensorial” apunta Simón.

El ejemplo de la Plaza de Abastos

En los comercios pequeños les pasa menos. “Lo bueno que tienden es que te atiende una persona, el trato es más directo, pero en los grandes establecimiento o supermercados... Encontrar algo en una estantería es una odisea para nosotros; además, les encanta cambiar los productos de sitio cada cierto tiempo por marketing”, indica.

Belén Suso y Valentín Simón, de la asociación Begisare Jorge Muñoz

Por ejemplo, “en la Plaza de Abastos, notamos mucho la falta de iluminación y los obstáculos en el camino a seguir porque no está señalizado, sobre todo, si entras por la parte de los gastrobares, con mesas altas..., y el contraste entre la oscuridad del pasillo y la sobre iluminación de los puestos para que la mercancía se vea bien”, cita.

Cierto que la atención ha mejorado gracias al distintivo que muchas personas con baja visión llevan en la solapa. “Pero cada uno somos un mundo, y no todos quieren llevarlo y visibilizar que tienen dificultades de visión”, sostiene Simón.

Distintivo de baja visión

Calcula el portavoz de Begisare que desde que se creó esta chapa habrán distribuido unos tres mil distintivos en Álava, esos que controle la asociación, ya que también se dan en las consultas de Oftalmología de Osakidetza y se pueden adquirir por Internet.

La baja visión afecta en Álava a unas siete mil personas, entre tres mil y cuatro mil en Vitoria, indica Simón. Y no siempre está relacionada con la edad, una patología concreta sí que se debe a una mayor longevidad, pero otras muchas son de origen genético, explica Simón.