Como cada mes de agosto, tras las fiestas de La Blanca, la capital alavesa subsiste a medio gas, entre otras cosas, por la merecida retirada vacacional de muchos de sus vecinos. Así que, la llegada de turistas a Vitoria, sin llegar a la categoría de marea, se hace evidente, sobre todo, en los lugares más significativos del Ensanche y del Casco Viejo.

Los últimos datos estadísticos facilitados por el Eustat, Instituto vasco de Estadística, certifican que la llegada de visitantes a estos lares es notable. De hecho, durante el mes de julio, la capital alavesa registró un incremento del 18,7% en la entrada de turistas respecto al mismo mes del año anterior. A ello han contribuido el trabajo previo de promoción y a la consolidación de las rutas aéreas del aeropuerto de Foronda.

28

En imágenes: La ola de calor vuelve a sofocar Álava un día más Alex Larretxi/Josu Chavarri

Sea como fuere, un simple vistazo a las calles más céntricas o a las barras de los locales especializados en pintxos sirve para encontrar a visitantes nacionales e internacionales.

Cuando se les consulta por los motivos de su llegada, las respuestas son variopintas, pero la mayor parte de ellas hace referencia a la gastronomía, al peculiar Casco Viejo en forma de almendra y a los distintos monumentos culturales. Lógicamente, entre ellos, la Catedral Vieja es buque insignia.

En cualquier caso, son significativas las reacciones de los turistas tras darse un paseo por la zona más fotografiable del centro gasteiztarra. Hay quien se sorprende por su arquitectura; otros por su factor humano.

Por ejemplo, Jorge Lucas, un joven que, junto a su familia, viene a visitar la ciudad desde el pequeño pueblo de Sax (Alicante). “Siempre se tiene el estigma de que las personas del norte son más frías, pero mi familia y yo nos hemos encontrado con personas muy agradables que nos han aportado información en todo momento”.

Para Antonio Torres, llegado de Sevilla, también es toda una sorpresa el buen carácter de los vitorianos. “Gente muy agradable, que da gusto hablar con ella”, señala el andaluz. Sin embargo, a Antonio lo que más le gusta, sin ninguna duda, es la gastronomía alavesa. “No hay pintxo que no haya probado”, admite entre risas.

Torres ya había visitado la ciudad cinco años atrás, así que, su regreso, no solo se debe al pasado partido entre el Alavés y el Sevilla en Mendizorroza, sino también obedece a las ganas que aguardaba su hija por conocer esta zona. Con cierta guasa, mientras paga su billete del tren turístico Gasteiztxo, el sevillano hace mención al cobro del mismo, ya que en Bilbao, el recorrido le salió completamente gratis. 

La huella de una trilogía

La literatura también puede ser otra razón de peso para visitar la capital alavesa. Desde luego, lo es para una pareja de Aranjuez. “Había leído una trilogía donde la protagonista era la ciudad, me apetecía mucho venir”, explicaba ella. 'El silencio de la ciudad blanca', de Eva García Sáenz de Urturi, ha arrastrado a muchos lectores hacia las calles de Vitoria en las que se desarrolla la trama novelesca.

También los hay que llegan a Gasteiz como ciudad de paso. Jordi y Mireia es una pareja de Barcelona que disfruta viajando en furgoneta. Ya montados en el mismo tren turístico que Torres,  a punto de comenzar su recorrido por el centro histórico, destacan las sorprendentes altas temperaturas de estos días. “No pensábamos que haría tanto calor, aunque hemos venido bien preparados”.

A la gerundense Angels Lara no hay nada que no le resulte atractivo. “Todo me ha llamado la atención”, dice con una sonrisa dibujada. El Casco Viejo, sin duda, es uno de los puntos más llamativos para los visitantes. “Me ha llamado la atención el contraste que existe entre el Casco Antiguo y el resto de la ciudad”.

El extendido uso de la bicicleta así como la buena conexión del transporte público también son otros dos puntos que Lucas destaca de manera muy positiva.” “Vitoria me ha sorprendido mucho y para bien”.