Las bacterias centran el foco de numerosas investigaciones de nuevas formas de energía. Una iniciativa prometedora es obra de un equipo de la Universidad de Massachusetts y se basa en el empleo de la bacteria Geobacter sulfurreducens, que tiene la propiedad de fabricar nanocables de proteínas que conducen electricidad. Cuando la humedad del aire se fija a ellos, se produce una pequeña corriente eléctrica constante.
Los investigadores han creado una película de nanocables de 7 micras de espesor que genera una corriente de medio voltio. El sistema podría escalarse para cargar dispositivos electrónicos, y en el futuro quizá incorporarse a la pintura de las paredes para suministrar electricidad a los hogares.
Existen unas bacterias en las profundidades del océano que tienen la capacidad de utilizar azufre para sobrevivir
Otra investigación en marcha es la de los científicos de las universidades de La Laguna y Viena, que aseguran que los microorganismos de los océanos, que se estima que suponen alrededor de dos tercios de la biomasa en el medio marino, tienen un papel central en la biosfera. Han encontrado bacterias de la capa mesopelágica, que se encuentran entre los 200 y los 1.000 metros de profundidad de los océanos, que pueden fijar CO2 con azufre inorgánico como única fuente de energía.
Los investigadores han analizado el proceso de fijación de CO2 en las zonas más profundas del océano
A pesar de ser invisibles, los microorganismos tienen una gran importancia en el ciclo global del carbono debido a su abundancia y su actividad, explica el centro docente. Las algas unicelulares y las cianobacterias de los océanos son responsables de, aproximadamente, la mitad de la fijación global de CO2, proceso que es solo una parte del ciclo global del carbono, ya que prácticamente toda esa materia orgánica se remineraliza de nuevo debido a la actividad de una gran diversidad de bacterias que se encuentran en la columna de agua.
Pero hasta ahora era más desconocido el proceso de fijación de CO2 en zonas profundas, donde no llega la luz solar y las dificultades para investigar son mayores, dado que son zonas menos accesibles que la superficie donde penetra la luz solar, la llamada zona fótica, que apenas supone una fina capa en comparación con el océano oscuro.
Capacidad para fijar el CO2
Por ello, los investigadores realizaron un punto de muestreo en la plataforma de hielo del Mar de Ross. En este ambiente gélido se encontró por primera vez cierto grupo de bacterias que domina la comunidad de las oxidadoras de azufre. Viven en ambientes que abarcan desde las aguas gélidas, de menos de 0º C de temperatura en los polos, a zonas más templadas cerca del ecuador.
Estas bacterias tienen la capacidad de utilizar distintos compuestos de azufre inorgánico y los investigadores precisan que el azufre elemental, el sulfhídrico y otros derivados del azufre inorgánico, les sirven como fuente de energía para poder sobrevivir en este ambiente tan extenso y, a la vez, tan escaso en fuentes de energía.