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Editorial

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El factor kurdo

El cambio de escenario geopolítico en la región había alimentado los contactos para un diálogo de paz entre el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) turco y el Gobierno de Recepp Tayyip Erdogan después de cuatro décadas de enfrentamiento armado y más de 45.000 víctimas mortales. El llamamiento del fundador y líder del PKK, Abdullah Öcalan –encarcelado desde hace 25 años– para que el grupo kurdo deponga las armas y se disuelva podría poner fin a la violencia pero no supone por sí mismo una resolución del conflicto kurdo dentro y fuera de Turquía. El PKK nació como una reacción a las políticas de supeditación y asimilación cultural de la minoría kurda por parte del régimen de Ankara y se articuló al final del pasado siglo en torno al objetivo de construir un Estado independiente propio. Los términos del llamamiento de Öcalan inciden en la persistencia del movimiento, que no ha sido derrotado sobre el terreno, pero tampoco afronta la expectativa de una consecución de sus aspiraciones. Los movimientos geopolíticos en la región no parecen estar al margen de las decisiones. En la región del Kurdistán, que ocupa territorio de Turquía, Siria, Irak e Irán, los acontecimientos de las últimas décadas han dado lugar a diferentes escenarios. Así, mientras en Irak y Siria los grupos kurdos han contado con el respaldo de Occidente y han establecido un sistema de autogestión en su territorio, en Irán la represión de la minoría ha crecido. El modelo kurdo de administración se ha inclinado, allí donde ha tenido ocasión de establecerse, hacia posiciones democráticas y progresistas con vocación, por ejemplo, de igualdad de género, lo que es una perla difícil de encontrar en la región, pero ha tenido que defender su implantación por las armas. La amenaza turca sobre los kurdos de Siria se ha vuelto tangible tras la caída del régimen de Al Assad y sus lazos con el PKK estaban siendo la excusa perfecta para que Ankara interviniera en territorio sirio contra las milicias locales. No está clara aún la futura evolución del conflicto ni está garantizada la estabilidad del pueblo kurdo en ninguno de los territorios que habita. En Turquía, el alcance de un eventual acuerdo que no incluya un margen de autogobierno en el Kurdistán y la garantía de equiparación de derechos y respeto a su cultura, no cerrará la crisis.