Seguramente si no fuera por nuestra mala influencia, la mayor parte de los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero desconocería por completo la existencia de Def Con Dos. Pero algunos de los supuestos jóvenes solemos recurrir mucho a una de sus letras cuando la discusión que sea llega a la fase: ¿y de esto, quién es el responsable? Ahí, justo en ese momento, con mayor o menor acierto en la entonación, siempre hay alguien que suelta aquello de La culpa de todo la tiene Yoko Ono y el espíritu de Lennon que le sale por los poros. Las primeras veces que los aitites nos escucharon eso, nos miraban como a los tontos, que, dicho sea de paso, tampoco es que andemos muy lejos. Pero poco a poco fueron pillando el concepto de la excusa perfecta, de esa facilidad que tienen muchos –sobre todo cuando tienen poder, del tipo que sea– para, ante un marrón, lavarse las manos y, en todo caso, hacer ver que el problema y la posible solución –que casi siempre pasa por joder a alguien– están en el otro, que por lo general, suele ser el pringado de turno. O dicho más claro, tú. Ese a mí que me registren denota una habilidad para pasar de puntillas por el mundo que, todo hay que decirlo, nuestro escanciador de café y otras sustancias practica de vez en cuando.