Los bombardeos contra posiciones de la milicia hutí en Yemen llevados a cabo por Estados Unidos y Gran Bretaña en respuesta a los continuos ataques de los rebeldes yemeníes contra buques mercantes en el Mar Rojo bajo el pretexto del apoyo a la causa palestina están elevando hasta límites extremadamente peligrosos la tensión en Oriente Próximo y amenazan con provocar una extensión aún mayor de la guerra que se libra en Gaza. Una escalada que, aunque parezca paradójico, encaja con la estrategia de Irán de extender el conflicto y presionar a Occidente donde más daño puede hacerle: el comercio internacional. Los ataques de los insurgentes hutíes –que cuentan con la ayuda económica y militar de Teherán en su largo enfrentamiento con el Gobierno de Yemen, apoyado a su vez por Arabia Saudí– a los barcos en el Mar Rojo y el estrecho de Bab el Mandeb constituyen una seria amenaza para la seguridad del comercio mundial y la estabilidad global, con efectos económicos nada despreciables. Sin embargo, habría sido oportuno responder a esa estrategia “terrorista” de secuestros de cargueros y extorsión en el estrecho con una misión coordinada por la ONU y no mediante una ofensiva militar unilateral de EEUU. Estos bombardeos pueden tener el efecto de reforzar a los rebeldes hutíes, que aparecen en gran parte del mundo musulmán como los grandes defensores del pueblo palestino que está siendo masacrado en Gaza y que por ello son atacados a su vez por Occidente. Este escenario repercute también de forma directa en la guerra interna desatada desde hace una década en Yemen, que se traduce también en un pulso sobre los intereses de Arabia Saudí que respalda Washington frente a los de Irán, que utiliza a los hutíes del mismo modo que a los palestinos de Hizbulá en Líbano y que puede recrudecerse pese a que se atisbaba un incipiente proceso que buscaba el fin del conflicto. En cualquier caso, la garantía del mantenimiento del tránsito comercial en el Mar Rojo es necesario. No obstante, la reproducción de una estrategia de guerra fría mediante conflictos locales donde confrontan potencias extranjeras como son Irán, EEUU, Israel o Arabia Saudí sería un error de consecuencias imprevisibles que incrementaría la brecha entre Occidente y el mundo musulmán.