a sexta ola del covid-19, que ha disparado el número de infecciones en nuestro territorio, ha venido acompañada de la inauguración de una nueva fase en el marco de las medidas para hacer frente al virus. La exigencia del pasaporte covid desde este puente festivo en Euskadi en determinados locales de restauración y en todo el ocio nocturno puede constituir una herramienta para incentivar a la vacunación de personas y la determinación de muchos espacios públicos como lugares seguros pero, es preciso reseñar que no constituye la fórmula definitiva para hacer frente a la pandemia con objetivo en contener una nueva avalancha de positivos que en Euskadi nos sitúa ya en la senda de la tasa de 800 casos de incidencia acumulada y empieza a tensionar los hospitales con 70 pacientes covid en la unidad de críticos. Habiendo superado con los datos que facilitó ayer el Departamento de Salud los registros de otras olas de contagios, la pandemia en esta nueva fase de aumento de la positividad sigue sin tocar techo en Euskadi fiándolo todo al pasaporte covid en medio de de un escenario de reactivación del virus en el frente europeo con la aparición de la cepa ómicrom. Ante esta interminable tendencia pandémica que amenaza además a las celebraciones navideñas dibujadas hace semanas con una normalidad a día de hoy muy complicada, cabe insistir en la importancia de la vacunación como el gran aliado contra el virus, ya que el pasaporte covid y la implícita vacunación de sus portadores no significa ni que no puedan transmitir en virus, ni estar infectados. La vacunación, vital en esta lucha, nos ofreció una falsa sensación de seguridad de la que alertaban las autoridades políticas y sanitarias al tiempo que conminaban a mantener la cautela incluso con los altos niveles de inmunización alcanzados en la CAV y en el resto del Estado. Con todo, incluyendo el virus aún entre nosotros y la constatación de que no estaremos blindados ante más olas mientras no exista una vacunación global, el certificado sanitario, con su seguridad parcial, no constituye la panacea pero contribuye a la contención de la pandemia en parte: más certificados sí, pero sobre todo más vacunaciones ofrecerán más garantías para la salud pública, menos hospitalizaciones y, por tanto, menos decesos.
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