l acuerdo político alcanzado entre el PNV y el Gobierno español mediante el que se garantiza que Euskadi tendrá la “gestión íntegra” del Ingreso Mínimo Vital (IMV) engloba diversos elementos de alta transcendencia que es necesario analizar y ponderar. Obviamente, la primera derivada del pacto alcanzado ayer mismo in extremis es que por fin se cumplirá el compromiso adquirido por el Ejecutivo de Pedro Sánchez para la transferencia del IMV a la CAV, de conformidad con las competencias fijadas en el Estatuto de Gernika. Un aspecto que tiene en sí mismo una alta importancia, tanto por lo que supone de ventaja para la ciudadanía vasca que pueda ser beneficiaria del ingreso como de reconocimiento del autogobierno vasco y de su capacidad de gestión plena. No hay que olvidar que el traspaso del IMV acumula ya un año de retraso debido a las resistencias planteadas por el ministro José Luis Escrivá, cuya actitud obstruccionista o al menos dilatoria ha logrado quebrar la negociación jeltzale. Esta circunstancia entronca con un aspecto clave en las relaciones políticas, como es el cumplimiento de los compromisos adquiridos, un pilar que se está revelando excesivamente débil en el Gobierno Sánchez. En todo caso, el pacto tiene la virtud, como expresó Aitor Esteban, de “restablecer la confianza” del PNV con el Ejecutivo, cuya primera consecuencia es la renuncia a presentar la enmienda a la totalidad a los Presupuestos Generales del Estado que la formación nacionalista ya tenía redactada y lista para registrar, lo que permite avanzar en la negociación de cara a un acuerdo para su aprobación. El anuncio, a su vez, de ERC de que tras un pacto también de última hora tampoco enmendará el proyecto permite a Sánchez afrontar el diálogo con buenas perspectivas, aunque tampoco será fácil. No será tarea sencilla, sobre todo, por la tendencia del Gobierno a no atender con suficiente voluntad, diligencia e incluso respeto a sus denominados “socios preferentes”. Solo el hecho de que los acuerdos, independientes, con PNV y ERC se hayan producido casi en el último minuto es ya elocuente. Tras el pacto, arranca ahora el diálogo de las propuestas a incluir en las enmiendas parciales, varias de ellas también claves para Euskadi, como el TAV o las inversiones. Es obligado que el Gobierno se tome esta negociación con actitud diligente, abierta, leal y realista.