Hoy es un nuevo día clave en el proyecto europeo, que cada día nos recuerda más a los partidos del siglo cada quince días. De la crisis de 2008 se salió inmolando a Grecia, doblando el brazo a España y rescatando a Portugal e Irlanda y con la desafección ciudadana con Europa por todo lo alto. Al menos en el sur.
Luego creímos que tras el Brexit, la Unión Europea ya estaba curada de espantos. Pero solo fue el comienzo. La crisis de migrantes y refugiados se situaría posteriormente como termómetro de la solidaridad en una UE en vías de recuperación. Y ahora la ya en ciernes mayor depresión económica después de la II Guerra Mundial, ha situado a cada uno de los países con un pie en la pared.
La fábula de la hormiga y la cigarra
Una vez más, el norte laborioso y productivo se planta frente al sur vago y trasnochador. O así parecen verlo algunos presidentes como el díscolo primer ministro holandés Mark Rutte que tras despacharse a gusto llamando derrochadores y vividores a los mediterráneos pidó disculpas por su "falta de empatía". La Unión Europea sigue sin encontrar una vacuna para el virus de la insolidaridad. Y como se traduce esto en la 'madre de todas las cumbres': En tres posturas.
¿En qué consiste la deuda perpetua que propone España?
Es justo lo que suena. La emisión de una deuda sin plazo de vencimiento de la que solo se abonan los intereses. Y claro está es para siempre, y en el plan español está la idea de que así lo sea. Este tipo de deuda se suele devolver cuando y como se quiere, por lo que los intereses están por encima de los que marca el mercado. También, algunas veces, suele acabar siendo 'perdonada' cuando los intereses han superado con creces el monto total de lo adeudado. ¿Qué supone esto? Que con una deuda superior al 100% del PIB el exclusivo pago de intereses y no afrontar la amortización sería un gran alivio para las cuentas de los países y un gran impulso para la recuperación. Madrid cuantifica las necesidades de esta deuda para que la UE afronte la crisis económica del COVID-19 en 1,5 billones de euros, aunque podría rebajar sus pretensiones hasta el billón.
¿Es posible que se apruebe?
En principio no. Pese a ser un tipo de deuda como otra cualquiera es difícil que los países más reticentes a la solidaridad aprueben esta salida, tremendamente solidaria. A los gobiernos más liberales les suena muy mal hasta el nombre.
¿Alguna propuesta intermedia?
En previsión de que la opción española sea rechazada, el presidente francés (quizás en coordinación con la Moncloa) pondrá sobre la mesa su plan: "vale rechazáis eso, ¿entonces aceptaréis esto no?". Y ¿cuál es esa propuesta?
Macron plantea que si rechazaron los coronabonos y la deuda perpetua, podrían apoyar algo que ni son coronabonos, ni perpetuos. Una deuda avalada por todos pero limitada en el tiempo. Y partir de ahí el que quiera más que sea deuda, como la de siempre.
En principio la propuesta francesa no suena mal pero para ellos deberá ablandar, aunque sea un poco los corazones de hielo.
Arriba y abajo, ¿quienes son unos y quienes son otros?
El capitán de los hombres blancos del norte es el primer ministro holandés, Mark Rutte, presionado por la pujante ultraderecha del país ha desempolvado un ultraliberalismo en el que ya ni la mayoría de los liberales creen. Hay quién dice que hace de poli malo permitiendo a Angela Merkel ejercer de poli buena, defendiendo ambos lo mismo. El Mediterráneo para las vacaciones, y solo si son baratas.
Acusan a los países del sur de que tras varios años de crecimiento están igual o peor que al final de la crisis. Y parte de razón tienen, aunque más parte de culpa. Alemania impuso con sus famosas 'reformas' un modelo fiscal y de crecimiento basado en el desmantelamiento de lo público. Y ahora cuando se ven las consecuencias, miran para otro lado. Impusieron cambiar la constitución para que fuera prioritario pagar la deuda que a los médicos o que comprar material sanitario. Y abajo están Francia, Italia, España o Portugal.
¿Qué ofrecen ahora los países del norte?
Ofrecen deuda, condiciones para darla y la vuelta de los hombres de negro, aunque esta vez puedan llevar corbatas de lunares.Tras la crisis de 2008, la UE creó un organismo llamado Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) destinado a ofrecer asistencia financiera pero acompañada de un 'memorandum de entendimiento', es decir condiciones.
¿Y la Comisión Europea qué opina de todo esto?
La Comisión Europea tiene su razón de ser en la Unión y no en la separación, en el consenso y no en la división, por eso presiona a los países inflexibles con palabra grandilocuentes como la necesidad de un Plan Marshall europeo. Abrir el MEDE sin condiciones, un plan de empleo europeo, emitir bonos, subir las dotaciones al presupuesto plurianual... es decir, todo lo que puede habida cuenta de que al final son los estados los que tienen la última palabra.