BILBAO - Los trabajadores vascos, al igual que la mayoría de los occidentales, tienen la complicada tarea de competir en una economía globalizada marcada por los bajos costes laborales de un mundo en el que hay un colectivo de más de dos mil millones de personas que trabajan sin contratos, derechos laborales, Seguridad Social, ni asistencia alguna, según la denuncia que ha hecho pública la Organización Internacional de Trabajo (OIT) con motivo de la reivindicación mundial de un trabajo decente.
Un colectivo de trabajadores como el de Euskadi con un coste laboral medio de 2.958 euros al mes, según los datos del primer semestre de este año del INE, tiene que elaborar productos que se pueden fabricar por colectivos laborales en medio mundo que no solo tienen salarios inferiores sino que no tienen Seguridad Social, ni derechos laborales en muchos casos.
La globalización económica está permitiendo la libre circulación de dinero y mercancías pero no de las personas y tampoco está promoviendo unos estándares mínimos de derechos laborales para minimizar los efectos del dumping social. La OIT entiende por trabajo decente “el acceso a un empleo con derechos y sin discriminación, en condiciones saludables, con remuneración suficiente y protección social. Es decir, trabajo con dignidad”.
La Jornada Mundial de Trabajo Decente, que se celebra mañana 7 de octubre, ofrece, según la OIT, una ocasión única para hacer visibles los retos del mundo del trabajo, para reivindicar un compromiso de todos los agentes políticos, económicos y sociales ante estos desafíos para que el trabajo decente se convierta en una realidad y para emprender las transformaciones económicas y sociales que lo hagan posible.
Dos mil millones de personas, dos tercios de los que trabajan en el mundo, lo hacen sin contrato y sin derechos, o sufren discriminación, o reciben una remuneración muy por debajo de sus capacidades, o están sobreexpuestos a accidentes o enfermedades laborales, o carecen de protección social, o padecen todas esas deficiencias a la vez, según la OIT. De hecho el 75% de la población mundial no tiene una cobertura adecuada de seguridad social y más del 50% carece por completo de dicha cobertura. Es decir, no tiene asegurada ningún tipo de protección en caso de desempleo, enfermedad, discapacidad, vejez o maternidad.
El ejemplo de la gran diferencia en costes se puede ver con el país que se ha convertido en la fábrica del mundo, China. Los costes laborales de China en la industria manufacturera, según un estudio del Instituto de la Economía Alemana, son cinco veces inferiores a los españoles. Siendo los de España, casi la mitad que los Bélgica, Suecia y Dinamarca.
Con esa diferencia de cinco a uno respecto a China se entienden los problemas de la industria vasca ligada a los productos de menos valor añadido y fácil transporte para competir en el mundo. Y eso que China ya no es el rival ya que sus costes han crecido más que la inflación durante años, según la consultora BMI Research. De hecho en la industria china sita en la cosa del Pacífico los salarios han crecido un 364% entre 2004 y 2014, según datos de AlixPartners y, de hecho en la actualidad casi cuadruplican los de Bangladesh, Camboya, Birmania y Laos, países junto a Vietnam a donde se está desviando la producción.
Sin contrato. Un total de 2.000 millones de personas, el equivalente a dos tercios de los trabajadores que hay en el mundo, carecen de contrato laboral y de derechos o sufren discriminación, cobran salarios inferiores a sus capacidades, no tienen protección social, según la OIT.
200
millones de personas, de ellas 3,7 millones en el Estado, están en desempleo en el mundo.