En la flamante sede del CIC Energigune del Parque Tecnológico de Álava se habla un lenguaje distinto, una jerga muy especial. Su treintena de investigadores, procedentes de hasta doce países distintos, se comunican cada día a base de "microscopías", "análisis moleculares", "micrómetros" o "disfracciones". Este particular dialecto forma parte de su particular cometido. Investigar y concluir sobre lo que no pocos expertos consideran que será la segunda gran revolución humana: el almacenamiento de energía en el campo de las renovables. El asunto no es ni mucho menos baladí. Inmersos en pleno debate internacional sobre el calentamiento global, la proliferación y uso de combustibles fósiles y, sobre todo, las horas contadas que le quedan a la llamada era del petróleo, no hacen sino acelerar la necesidad de encontrar respuestas. Alternativa sólidas y sostenibles que reduzcan la dependencia energética de los países a cambio de soluciones inteligentes.
Una de esas propuestas es, precisamente, el objetivo del CIC: lograr el almacenamiento de energía cuando ésta se produzca aunque no sea consumida en el mismo momento.
Baterías
Un desarrollo "esencial" para el futuro de Euskadi
En palabras de Jesús María Goiri, director general del centro, se pretende desarrollar la tecnología precisa para conservar toda la energía creada para cuando lleguen las vacas flacas, que traducido al leguaje renovable significa que en el campo eólico no haya viento o que falte el sol en las plantas solares. Los primeros resultados no se han hecho esperar, pese a que el CIC lleve apenas siete meses abierto y su capacidad se encuentre a un tercio de su verdadero potencial. En los próximos tres años su plantilla alcanzará el centenar de investigadores, calcula Goiri. En colaboración con un laboratorio alemán acaba de lanzar su primera patente en el campo del almacenamiento de energía, en concreto, una batería vinculada a la geotérmica. Es el resultado de una de las líneas de investigación en las que en estos momentos se encuentra inmerso el centro vasco. Casi todas ellas, por cierto, centradas en el campo de las baterías, tanto para aplicaciones estacionarias como para la movilidad. Esta apuesta, en palabras del viceconsejero de Gabinete, Planificación y Estrategia del Departamento de Industria, Pedro Gómez Damborenea, resulta "esencial" para el desarrollo de Euskadi y su industria. Del potencial que ofrece este emergente sector (baterías) dan cuenta los 150.000 millones de dólares que algunas fuentes sostienen que se invertirán a corto-medio plazo en las aplicaciones portátiles, de movilidad, estacionarias y grandes baterías. Una cifra astronómica para, incluso, hacer de las baterías elementos absolutamente seguros y evitar, por ejemplo, casos como el de la última tableta de Apple, que está siendo investigada en los Estados Unidos tras las denuncias de algunos clientes que se han quejado de un "sobrecalentamiento excesivo" del iPad.
Combinación mágica
Almacenamiento seguro, competitivo y sostenible
Precisamente al hilo de este negocio, más de 135 expertos en la materia debatieron recientemente en Vitoria sobre los últimos avances en materiales y dispositivos de almacenamiento de energía. Entre ellos estuvo José Ignacio Hormaeche, presidente del CIC y director general del Ente vasco de la Energía (EVE), quien centró su comparecencia sobre cómo suministrar y disponer de la energía en el futuro a costes competitivos, de forma segura y sostenible. "La clave es dar con las tecnologías de almacenamiento que permitan la combinación mágica de seguridad, competitividad y sostenibilidad", sostuvo.
Por su parte, el científico francés Michel Armand, uno de los principales expertos en este tema, señaló durante el mismo congreso la importancia de la investigación sobre el almacenamiento de energía para países como España, con una cuota eólica del 12%, o Francia, que asciende al 20%. "La energía es nuestro futuro y tras la crisis, los que están apostando ahora por el futuro serán los ganadores", zanjó.