vitoria. Las bolsas se han convertido en una montaña rusa gobernada por los especuladores. De bandazo en bandazo, el valor de las empresas cotizadas en los grandes índices de la renta variable mundial ha caído en casi un billón de euros en las dos primeras semanas del mes. El vértigo es la principal herramienta de los especuladores financieros, a los que varios países europeos han vetado anulando una de sus prácticas más habituales: vender acciones que no tienen a un precio de ganga para el comprador que no se corresponde con el valor real de la empresa. Las dos últimas sesiones de la semana pasada corrigieron en parte el rumbo, pero en el camino la bolsa española se ha dejado cerca de 36.000 millones de euros sólo este mes. Si se tienen en cuenta que el Down Jones multiplica por diez cada día el volumen del Ibex, las pérdidas en Wall Street son escalofriantes. Lo mismo ocurre con la evaporación de la capitalización bursátil de las compañías que cotizan en la Bolsa de Londres (casi cinco veces Madrid) o en la de Berlín (cerca del doble). Y el desplome podría haber sido peor sin la remontada in extremis del jueves, donde la apertura alcista de Wall Street impulsó al alza a los mercados del Viejo Continente.

rally al final de la semana El viernes el mercado bursátil fue una fiesta después de que España, Italia, Francia y Bélgica anunciaran restricciones en las ventas a corto al descubierto. El Ibex español lideró la subida con un repunte de casi un 5%, Alemania rozó el 4,5%. ¿Despejan esos dos rallies consecutivos las dudas? Los expertos consideran que no. Hay más sombras que luces y las posiciones vendedoras seguirán siendo dominantes. Con el agravante de que agosto es un mes tradicionalmente volátil. Los analistas consideran que las perspectivas más halagüeñas de las empresas tecnológicas estadounidenses y un dato mejor de lo esperado del empleo posibilitaron el rebote. También tuvo una gran incidencia el bajo precio de la mayoría de los valores tras el castigo de las nueve sesiones precedentes.

círculo vicioso El pánico a una segunda vuelta de la crisis marcará el paso de las próximas sesiones a pesar de los rebotes técnicos del jueves y el viernes. Las previsiones a corto y medio plazo están ancladas por un horizonte bajista, principalmente vinculado al sector bancario. El castigo que sufren las entidades financieras provoca a su vez que se alimenten más las dudas sobre la economía en general. Y el círculo vicioso se cierra con un incremento del recelo bancario.

Lo lógico, que cotiza a la baja, es que la sesión de hoy sea relativamente plana a la espera de la cumbre que celebrarán mañana Nicolas Sarkozy y Angela Merkel en París. En principio tienen previsto comparecer ante la prensa al cierre de los mercados, lo que hace prever un comportamiento similar en el parqué. Será Nueva York, el mercado en principio más ajeno, el primero que valore el mensaje de las dos locomotoras del euro. El viernes ya avanzaron a través del Elíseo que el objetivo es impulsar una "modernización profunda" de la eurozona. No concretaron mucho más si bien quisieron transmitir a los mercados un mensaje concreto, el eje franco-alemán realizará "proposiciones fuertes" antes del fin del verano.

Esa frase resume la esencia del verdadero antídoto contra la especulación más allá de freno normativos a los inversores más despiadados. Si se consigue restaurar la confianza que hasta ahora despertaba la pujanza de Alemania y Francia dentro de la Europa del euro, también se despejarán en parte las dudas sobre una recaída de la economía a este lado del Atlántico.

Barack Obama persigue un gesto del mismo calado en Estados Unidos y, aunque su imagen ha quedado debilitada, ya ha salvado un punto de partido al evitar la quiebra del país. El enfermo, la economía mundial, continúa bajo vigilancia médica. Y el virus de la especulación todavía está activo.