La FIFA y la UEFA siguen sin pronunciarse de manera oficial sobre la decisión de expulsar o no a los equipos israelíes de las competiciones internacionales, tanto a nivel de selecciones como de clubes, en respuesta al genocidio que Israel está cometiendo contra Palestina. La UEFA no ha convocado ninguna reunión extraordinaria de su Comité Ejecutivo y la FIFA celebrará un Consejo este jueves en el que, según diversos medios, no tiene previsto tratar la posible exclusión.

De este modo, habrá que seguir esperando a nuevos acontecimientos pese a la presión ejercida por la Organización de Naciones Unidas (ONU), que tras calificar de “genocidio” lo que está sucediendo en la Franja de Gaza solicitó a los dos organismos internacionales el veto para los equipos representantes del país de Oriente Medio. Desde la ONU se lanzó el mensaje de que todos los países tiene un deber jurídico inmediato de emplear todos los medios disponibles para “prevenir y castigar” el crimen y, en consecuencia, deben adoptar “todas las medidas” posibles. Las federaciones internacionales no pueden omitir “las graves violaciones de derechos humanos”, denunciaron.

Si bien, al respecto también se pronunció el Comité Olímpico Internacional (COI), que rechazó adoptar tal decisión con los deportistas israelíes al considerar que cumplen con la Carta Olímpica. Israel y Palestina “convivieron pacíficamente” en los Juegos Olímpicos de París 2024, argumentaron. El COI se acoge a los criterios deportivos y a sus propias reglas para argumentar su postura, pero ello sin tener en cuenta los principios del olimpismo, entre los que figura la promoción y defensa de los derechos humanos, concretamente en el Principio 1 y en el Principio 4 de la Carta Olímpica.

Un club israelí involucrado y la selección nacional

El caso es que mientras el debate internacional crece, con multitud de agentes implicados, la FIFA y la UEFA no se posicionan y sus competiciones siguen en marcha. El Maccabi Tel Aviv, el único club israelí que podría verse afectado, disputa este jueves la segunda jornada de la Europa League. Lo hace como local ante el Dinamo Zagreb. Cabe recordar que el conjunto israelí disputa sus partidos de casa en el Gradski Stadion de Serbia, país con el que Israel mantiene estrechos lazos. En la primera jornada empató a cero a domicilio contra el PAOK.

El 11 de octubre es otra fecha señalada por el conflicto. Israel tiene fijado un encuentro ante Noruega de la fase de clasificación para la Copa del Mundo de 2026. La cita está fijada en Oslo. De haber ejercido Israel como local, el duelo sería en Hungría, otro país aliado. La presidenta de la Federación Noruega, Lise Klaveness, descartó un boicot, pero solicitó la exclusión de Israel. Noruega, Suecia, España, Italia o Turquía son países que han reclamado la expulsión. Diferentes voces hablan de la similitud con Rusia, que recibió el veto por la invasión a Ucrania.

La FIFA y la UEFA podrían estar esperando a que las federaciones nacionales den el primer paso y decidan no presentar a sus equipos en partidos contra clubes o selecciones israelíes, lo que no haría sino que aumentar la presión sobre los organismos, que por otra parte también cuentan con la influencia de Donald Trump, aliado de Israel y presidente de Estados Unidos, que el próximo verano acogerá el Mundial junto a México y Canadá.

Las consecuencias

La pregunta que surge durante la espera de la toma de decisiones es: ¿qué sucedería si la UEFA o la FIFA expulsan a equipos de una competición que está en marcha? Los efectos serían deportivos, legales y económicos.

En el plano deportivo, generalmente ha sucedido que los partidos disputados por equipos vetados quedan anulados y el equipo es retirado de la clasificación. Otra posibilidad adoptada con menor frecuencia es tener en cuenta los resultados previos y dar por perdidos los siguientes partidos (3-0).

Si se trata de una fase de grupos, el torneo podría sufrir una reorganización, los rivales disputarían menos partidos o sumarían victorias de forma automática. En caso de que se trate de fases eliminatorias, los rivales podrían avanzar directamente a la siguiente ronda.

Es cierto que cualquier medida conduciría a la desigualdad. Algunos equipos podrían verse afectados al ver cómo sus resultados positivos previos se anulan y otros podrían verse beneficiados, porque habrían obtenido beneficios sin jugar, en forma de puntos y menor desgaste físico, o por la anulación de resultados previos adversos.

A nivel económico, la expulsión podría traer consecuencias como pérdidas de ingresos provocadas por los derechos de televisión, las taquillas o posibles premios por avanzar de rondas. También podrían tener afectación relacionada con los patrocinios, acuerdos que podrían verse anulados o con la necesidad de renegociaciones. Obviamente, los equipos israelíes también podrían demandar a la UEFA o la FIFA en busca de compensaciones legales en caso de considerar injusta la expulsión.

Antecedentes

El último antecedente se dio en 2022, cuando Rusia fue expulsada de todas las competiciones de la UEFA por la invasión de Ucrania, lo que provocó que los rivales avanzaran automáticamente. El Spartak de Moscú fue apartado de la Europa League y el Leipzig pasó de octavos de final a cuartos sin jugar. Otro caso lo protagonizó en 2013 el Metalist Járkov, que fue expulsado de la Champions por amaño y su plaza la heredó el PAOK. Asimismo, en 2007 el FK Partizan fue expulsado de la Copa de la UEFA por hechos violentos protagonizados por sus aficionados, y fue sustituido por el Zrinjski, al que había ganado en la ronda clasificatoria.

A nivel de selecciones, Yugoslavia fue privada de disputar la Eurocopa de 1992 debido a las guerras de los Balcanes. Igualmente, Sudáfrica fue retirada del deporte a nivel mundial con motivo de su sistema de segregación racial conocido como apartheid. Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, Alemania pasó años excluida de las organizaciones deportivas internacionales por ser considerado un país agresor. Japón e Italia también permanecieron suspendidas por combatir junto a los alemanes.