– A usted le costó engancharse por las rutas montañeras, pero fue empezar y ha sido un no parar con más de 6.000 cimas en algo menos de 30 años. ¡¡¡Vaya tute que se ha dado!!!
–No, que va. Me parece normal. Algunas sí que son un tute, pero otras salidas son muy normales y el cuerpo me aguanta.
Cuando habla de darse un tute, ¿a qué se refiere?
–Pues encadenar varios dosmiles o lo que llamé 30 días locos en los que subí 50 cimas, cosas que hacía solo ya que casi siempre hago la guerra por mi cuenta.
Viéndole cómo se produjo su llegada al montañismo, cualquiera de estos dos populares refranes le irían como anillo al dedo, ‘Más vale tarde que nunca’ o ‘Nunca es tarde si la dicha es buena’...
–Este último, ya que la dicha está siendo muy buena.
Se le ve encantado de haber conocido ya con 56 años el montañismo. ¿Qué le da el monte?
–Luz y vida.
¿Cómo así le dio por hacer salidas montañeras?
–Por hacer algo. Hasta entonces no había hecho nada. Ni salir a correr. A ver, yo me crié en el monte, en la Dehesa en Salamanca entre encinares y la naturaleza siempre ha estado ahí y en el atardecer de la vida, pues por la montaña camino.
“Si tienes salud y ya no trabajas, hay que emplearse en algo; es fundamental exigirse”
¿Lo suyo por las montañas fue un flechazo?
–Sí, sí. Desde luego.
¿No le había picado años antes de ese momento el gusanillo por la montaña?
–Nada. Unos días antes había ido al Gorbea con mi hijo Paco, pero yo no conocía nada de montaña, ni rutas, ni nada.
Y, ¿cómo hacía para planear sus salidas?
–Me compré unos libritos de Diputación de Joseba Lobera y me apuntaba la ruta y seguía unos puntos. Así empecé. Al año siguiente ya comencé con Loli en el Club de Peña Karria.
Viendo su edad, no habrá muchos de su quinta que le sigan el ritmo...
–Ni muchos, ni pocos. Nadie. De mi edad ninguno. Uno que quedaba en el club de mi edad, que era bastante majillo, falleció el año pasado de repente. Una pena.
“Los de mi edad se hacen viejos porque quieren; en el sofá se está muy a gusto, pero el sofá te mata”
¿Qué les diría a coetáneos suyos que estando bien físicamente se apoltronan en sus sofás?
–Pues que se hacen viejos porque quieren. Si tienen salud y dejas de currar, hay que emplearse en algo. Es fundamental ya que te exiges. En la butaca se está muy a gusto, pero el sofá te mata. Yo en el salón paro poco. A las mañanas no me siento en casa.
Y, ¿qué le dicen en casa sus allegados y amigos de sus habituales salidas montañeras? ¿Ven normal esas palizas que se da?
–Al principio oía mucho... ‘ahí va el viejo’. Antes se llevaba mucho decir eso de viejo cuando me anime a correr la Media de Vitoria con 57 años por ejemplo. Luego mis hijos, una vez que murió Feli, mi mujer, también me decían ‘papá, tienes que plantearte dejar el monte o hacer menos’ y yo les he dicho muchas veces... ‘prefiero morir con las botas puestas que en el hospital’.
¿No teme que con tanto desgaste pueda sufrir lesiones?
–Mira, en el hospital yo he pasado mucho tiempo cuando estuvo ingresada mi mujer, pero yo por mí mismo ni lo he pisado. En el monte, salvo la ciática del año pasado, no he tenido ni una lesión. Hace años empecé a jugar al tenis, tuve un par de roturas fibrilares y decidí dejarlo ya que no era para mí, pero con el monte ningún problema.
En un tramo que tenía una canalona, nos tuvimos que volver porque se levantó un viento que nos tiró a los doce que íbamos. Todos en el suelo agarrándonos como podíamos y sin poder ponernos en pie, pasamos miedo
En la naturaleza siempre pueden producirse sorpresas desagradables como el cambio de condiciones climatológicas, algún encuentro inesperado con algún animal, imprevistos varios... ¿Qué es lo peor qué le ha pasado?
–Bueno, el susto más grande fue con Peña Carria subiendo los Picos de Europa. Fue en Peña Vieja y no pudimos llegar a cima. En un tramo que tenía una canalona, nos tuvimos que volver porque se levantó un viento que nos tiró a los doce que íbamos. Todos en el suelo agarrándonos como podíamos y sin poder ponernos en pie.
¿Pasó miedo?
–Sí, sí.
¿Corre algún riesgo o en la montaña y ya con su experiencia, procura tener todo bajo control?
–Yo voy seguro. Sí veo que una zona es complicada o con agua puede ser peligrosa, la evito.
¿Se queda con la espinita clavada de que, en el caso de haber empezado antes su pasión por las montañas, podría haber intentado alguna expedición más relevante?
–Es algo que no me he planteado. Ni cuando empecé. En los primeros años, mi amigo Alfonso De las Heras me decía, ‘no vas a durar ni cuatro años’ y 30 después a punto de los 87 aquí sigo.
¿Cuáles son sus próximos objetivos? ¿Tiene especial ilusión por alcanzar alguna cima?
–Ilusión, no. Ahora el reto es vivir el día a día. No me marco objetivos.
Para acabar, ¿Sinfo Lázaro tiene cuerda para rato?
–Hombre, la cuerda va aflojando un poquito, pero mientras pueda seguiré. Habrá que adaptarse y si en vez de salir tres veces por semana hay que salir dos, pues se sale dos y a un ritmo pausado. Quizá ya no coja tanto el coche para ir lejos, pero al menos me quedan los montes de aquí.