El pasado 27 de octubre cumplió 81 años y es el que más experiencia del grupo tiene en correr maratones. 16 ha completado ya, cinco de ellos en Nueva York, los de las ediciones de 1982, 1983, 1989, 1994 y 2000. Esa fue su última participación en la prueba de los 42,195 kilómetros. Desde entonces, Mikel Ustaran no se había vuelto a enfrentar a la distancia este veterano atleta que en su día ejerció de ingeniero en Forjas Alavesas y Sidenor Vitoria y que antes de alcanzar su jubilación trabajó como asesor de empresas. La pregunta es, ¿por qué después de más de dos décadas sin correr un maratón y ya a su edad, el hijo del que fuera presidente del Alavés, José Ustaran en la década de los 60, se mete ahora en este embolao?

Mikel ofrece la respuesta. Su presencia en la ciudad de los rascacielos tiene “una motivación especial”, como asegura el gasteiztarra. “Mi mujer y yo hemos estado haciendo deporte juntos toda la vida. Cuando yo entrenaba las tiradas largas para el maratón, ella me marcaba el ritmo en bicicleta. Ha estado siempre a mi lado. Siempre me acompañaba a las careras y me dejó hace tres años al fallecer por un cáncer. Quiero correr después de tanto tiempo para dedicárselo. Por toda la compañía que me ha hecho durante 60 años. Es un homenaje a ella. Va por Sole”.

Esa es su ilusión. Poder volver a cruzar la meta de Central Park. Mikel es consciente de que estará lejos de su mejor registro de 3h. 11m. que logró hace ya 31 años. Le da igual. Lo de la marca es lo de menos. “El objetivo es llegar. Con 81 años estoy como para pensar en tiempos”, bromea.

No pierde el sentido del humor pese a que una inoportuna lesión le está poniendo muy cuesta arriba la preparación de la carrera. “Entrenando me lesioné el tendón de Aquiles en julio y desde entonces no he podido correr”. El maratoniano ha tenido que seguir ejercitándose para no perder la forma física en el gimnasio completando sesiones en la elíptica, bicicleta y haciendo trabajo de fuerza. Nada de salir a trotar. Eso le provoca que no las tengo todas consigo. “Estoy con dudas porque igual no puedo correr. Me preocupa si me va a responder el tendón. Si no me molesta, estoy seguro de que llego. En el tiempo que sea, pero llego. ¡Cómo si es en seis horas!”, apunta.

Sin embargo, si reaparecen las molestias precisa que se verá obligado a abandonar. “Salgo con ciertas reservas. No voy a arriesgar y si empieza a doler me retiro y vuelvo en taxi”, añade. Confía en que no sea así. Tiene un sueño. Cruzar la meta de Central Park por sexta vez y poder colgarse de nuevo una presea que tiene destinataria. “Va por Sole”.