A Thomas Pidcock (Yorkshire, 10 de julio de 1999) le ataron los pies a los pedales cuando apenas era un crío de tres años. Se los anudó su madre. Al inglés le gusta contar ese episodio cuando relata su inicios en el ciclismo. Así aprendió a pedalear Tom, que no sabía que debía mantener los pies quietos para avanzar. Su madre le aclaró el concepto con esa simplicidad tan propia de la sabiduría vital. Los niños siempre se mueven, pero para progresar, el pequeño Pidcock, hijo de dos entusiastas del ciclismo, debía pararse. De algún modo, aquel gesto sencillo sirvió de Epifanía para el chaval, que desde entonces no ha dejado de pedalear con fuerza para encaramarse a la azotea del ciclismo. Nacido para ganar. El británico es un campeón multidisciplinar desde que tiene consciencia.
Pidcock se anudó a la bici y comenzó a explorar su sueño en los caminos que rodean el Herne Hill Velodrome de Londres, el único anillo de la ciudad por aquel entonces y uno de los más antiguos del mundo. Fue construido en 1891. A Pidcock, como a muchos chiquillos, le entusiasmaba montar en bici y acudía a todos los lugares pedaleando. La bici y él eran indisolubles. Dos en uno.
No era extraño verle haciendo caballitos en el patio de la escuela. Aquellas maniobras juguetonas le generaron alguna que otra regañina. Relinchaba Pidcock, que se sentía libre sobre la bici. Al galope.El británico participó en su primera carrera a los siete años. Fue en la Castle Combe. No le fue muy bien y aquello acabó en una rabieta. Nada de rendirse. Perseveró Pidcock, que continuó pedaleando.
A los diez años decidió que tenía que entrenar más para convertirse en ciclista profesional, su anhelo. Por eso salía pronto de casa hacia la escuela para que le diera tiempo a andar en bici antes de acudir a clase. En paralelo, sus padres, que querían que su hijo simplemente disfrutara de la bici como un divertimento, le alistaron a varias carreras por el empeño de Tom, que deseaba competir. Las carreras que respiraban alrededor de las colinas de Yorkshire sirvieron al pequeño Tom para canalizar la adrenalina.
DESPEGUE
El talento de Pidcock se fue abriendo paso por pura inercia. Sus padres ampliaron el mapa competitivo de su hijo, que comenzó a dar muestras de sus habilidades por todo el país. Pidcock empujaba como el gas que contiene una botella de champán. Se descorchó con un triunfo prestigioso en la British National Youth Road Series en Scarborough. La cita sirvió para alumbrar la capacidad escaladora del muchacho.
Agarrado al manillar de su clase, Pidcock era capaz de intercambiar de disciplinas sin que se desajustara lo más mínimo. Le daba lo mismo la bici de carretera, la mountain bike o la de ciclocross. En 2017 logró el Mundial de contrarreloj júnior. Ese mismo año vistió el arcoíris del Mundial de ciclocross en la misma categoría. Siendo ciclista del equipo promovido por Bradley Wiggins, Pidcock logró el triunfo en el Giro sub’23 de 2020, donde además de la general se llevó tres etapas.
El británico es el único ciclista que ha cincelado su nombre victorioso en la París-Roubaix júnior y amateur. Semejante currículo le situó en el centro del escenario. Un haz de luz le alumbró el futuro. Venció el Mundial de ciclocross en categoría junior y en sub’23. El domingo lo hizo en élite.
METEÓRICO
Embarcado en el Ineos, Pidcock es la gran esperanza británica. En el Reino Unido buscan el heredero de la estirpe que cosió a Wiggins, Thomas y Froome a través del Sky/Ineos. Pidcock debutó el pasado curso en el profesionalismo después de un viaje lisérgico, repleto de púrpura y brillantina como aficionado y junior. A los 22 años ha festejado el Mundial de ciclocross, un hito que se acumula al oro olímpico en mountain bike y a la victoria en la Flecha Brabanzona. Todo ello en menos de un año desde su debut.
Además, el inglés destacó en la Strade Bianche, donde fue quinto, segundo en la Amsteld y sexto en la Flecha Valona, la misma posición que ocupó en el Mundial de ruta. Pidcock es un ciclista total que se asemeja al perfil de Van Aert y Van der Poel, los grandes ausentes en el Mundial del ciclocross que se adjudicó el británico en Fayetteville, Arkansas (Estados Unidos), por delante de Lars van der Haar y Eli Iserbyt. Pidcock entró en meta planchado sobre su bici. Simulaba un vuelo. El resumen de su vida.