Que Maradona fue un gran jugador nadie lo duda. Que quizás fue el mejor de todos los tiempos muchos lo afirman. Que tenía un gran carisma es indudable. Pero nunca deja de sorprendernos la devoción religiosa que despierta en su hinchada argentina: beatificación, santificación o, como en este caso, angelización. Que no deja de tener su ironía porque un ángel, lo que se dice un ángel, no fue.
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