La pívot africana ha encontrado su hogar en Vitoria y su lugar en el baloncesto gracias al Kutxabank Araski, que hoy (19.30 horas) retoma la competición con el derbi vasco ante el IDK Euskotren. Si bien es cierto que echa de menos a su familia a tantos kilómetros de distancia, gracias al club alavés se siente como en casa durante estos años. Esa mezcla entre el baloncesto competitivo que hay cada temporada y el buen ambiente existente dentro del equipo ha hecho que Seda no dude en continuar en Mendizorroza y que su corazón ya sea verde para prácticamente toda la vida.

Después de siete jornadas de Liga Femenina, ¿cuál es el balance que hace del equipo?

-El comienzo de la competición ha sido distinto para los equipos, ya que a diferencia de otros clubes hemos tenido un calendario un poco diferente, porque la mayoría de los conjuntos han tenido otras competiciones como la Eurocup. Por eso mismo, nosotras tuvimos un calendario algo distinto, tanto con días libres como con una combinación de entrenamientos para no quedarnos mucho tiempo sin hacer nada. En mi opinión, esto ha sido una ventaja, ya que no estuvimos de vacaciones muchos días y a la vez hemos seguimos trabajando de cara a los próximos encuentros. Además, ahora estamos muy ilusionadas, ya que Izaskun García se ha reincorporado al grupo y a buen seguro que nos aportará su energía para ayudarnos en nuestros objetivos. Es más, a día de hoy el equipo está muy ilusionado por seguir compitiendo.

Con el regreso de Izaskun, el Araski puede contar con tres grandes bases, ya que Arrate Aguirre está a un gran nivel, ¿verdad?

-Cuando se lesionó Izaskun, yo no me enteré hasta que llegué a Vitoria, porque estaba compitiendo en el Afrobasket. Cuando me reincorporé a los entrenamientos, Arrate ya estaba con el equipo y la verdad es que nos ha ayudado muchísimo y ojalá siga haciéndolo. Para mí sería un placer jugar con ella todo el año. Además, el equipo ganaría mucho con tres bases de gran nivel.

¿Cree que este año se ve al equipo mucho más regular en comparación a la temporada anterior?

-No sabría decirte qué es lo que ha cambiado. Sí que es cierto que las plantillas son muy diferentes, pero este año el equipo lucha más y hay más sintonía entre nosotras mismas. Al final, lo importante es eso, llevarse bien y que haya buena dinámica para ganar y sumar entre todas.

Por cómo ha sido el inicio de la temporada, ¿podría decirse que los objetivos vuelven a ser la Copa de la Reina y los 'play off'?

-Sí, nosotras queremos volver a la Copa. Después de la edición del 2020, donde participamos por última vez, esta temporada queremos estar ahí otra vez. Ojalá lleguemos tanto al torneo del KO como también a los play off para poder disfrutarlos y comprobar por nosotras mismas a ver hasta dónde podemos llegar en ambas competiciones.

Está viviendo su tercera temporada en el Araski. ¿Cómo está viendo su evolución dentro del club?

-Mi evolución ha sido muy buena aquí en Vitoria. Tras jugar en Zamora, tuve una lesión en el menisco y me quedé unos meses en casa para luego fichar por el Araski, un club que siempre había apreciado desde que llegue a la Liga Endesa. Desde entonces estoy muy contenta y por eso sigo aquí, porque es una relación muy buena por ambas partes. Además, yo no repetiría, si no me gustara la ciudad, el club o mis compañeras. Estoy muy contenta, tanto por el nivel de baloncesto como a nivel personal.

Y eso que normalmente el Araski suele ser un equipo trampolín para las jugadoras, ¿no?

-Puede ser, pero el Araski hace un gran trabajo para hacernos sentir cómodas aquí. En la carrera profesional de baloncesto, cada jugadora busca una cosa diferente. Muchas quieren un club o una ciudad que tenga buenas actitudes y que no haya muchos problemas. Y el Araski es un club donde te sientes como en casa. Por otro lado, en la ciudad se nota que se vive el baloncesto con pasión y la afición siempre está apoyándonos. Luego, a nivel de baloncesto es un sitio donde aprendes mucho con los entrenadores que hay. Además, cuando te sucede como a mí, que estás lejos de la familia, que te traten así es lo más bonito que hay. Toda esa combinación que menciono creo que es la ideal para cualquier jugadora.

¿Entonces queda Tamara Seda para rato en Vitoria?

-Aún queda mucho para decidir eso. Lo que está claro es que yo me siento como en casa aquí y si tuviera que continuar, me haría ilusión. No puedo descartar tampoco la posibilidad de apuntarme a otros retos, pero eso sí el Araski siempre va a estar en mi corazón.

¿El día de mañana se ve como entrenadora?

-Yo creo que no tengo tanta paciencia, o por así decirlo, no poseo el don de enseñar. Siempre me apunto para aprender, pero para trasmitir, quizá me cuesta más. Lógicamente, me gusta ayudar en lo que pueda, pero hacer de entrenadora como hacen algunas compañeras, creo que no podría.

¿Seguirá ligada al baloncesto una vez se retire?

-Después de la pandemia hubo como dudas de si se podría continuar o no, o cómo iba a ser, pero se ha visto que este deporte ha vuelto más fuerte que nunca. En ese proceso, pensé mucho en que haré cuando me retire. Y lo que tengo claro es que será algo relacionado con el deporte y seguramente en mi casa, en Mozambique. Mi idea principal es la de motivar a las niñas para jugar, ya que en África aún existe el dilema o la idea de que el deporte no es para las mujeres. Entonces, me gustaría motivar a las niñas para hacer deporte y a que intenten buscarse la vida a través de él.

Siempre decimos que en Vitoria se come muy bien, pero en Mozambique será muy diferente. ¿Cómo es?

-Aquí se come muy bien, pero es muy distinto a mi hogar. Nosotros, por ejemplo, tenemos mucha variedad de gastronomía, ya que tenemos orígenes árabes, portugueses, indios y luego tenemos nuestro propio estilo de África. Lo más típico son las raíces y las hojas, como la de yuca o la de calabaza. Es una mezcla de sabores muy curiosa. Aunque por otro lado, la gastronomía de aquí quizá sea más sana.

¿Ha hecho ya alguna comida africana a sus compañeras?

-Todavía no, igual me mirarían raro si les digo que vengan a mi casa para comer un plato de hojas de yuca. Es cierto que mis compañeras americanas del año pasado sí que la probaron y les gustó. Todo es cuestión de probar.