Duración: 45:25 minutos de juego.

Saques: 5 de Bakaikoa (tantos 7, 11, 13, 18 y 21) y 2 de Zubizarreta III (tantos 4 y 10).

Faltas de saque: 1 de Bakaikoa.

Pelotazos: 246 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 12 de Bakaikoa y 6 de Zubizarreta III.

Errores: 1 de Bakaikoa y 5 de Zubizarreta III.

Marcador: 0-1, 1-1, 4-1, 4-4, 7-4, 7-7, 18-7, 18-8, 21-8, 21-10 y 22-10.

Botilleros: Ejercieron de botilleros Jon Mariezkurrena (con Bakaikoa) y Rafael Zubizarreta (con su hijo Iraitz).

Apuestas: Se cantaron posturas de salida de 100 a 80 a favor de Joanes Bakaikoa.

Incidencias: Partido correspondiente a la final del Campeonato del Cuatro y Medio de Promoción de la LEP.M disputado en el frontón Burunda de Altsasu. En el primer partido, Elordi-Martija ganaron a Peña II-Salaverri (22-20). En el tercero, Darío-O. Etxebarria vencieron a Agirre-Elizegi (18-9).

- Emocionado, Joanes Bakaikoa masticaba un pedazo de Olimpo. Un sabor conocido. No en vano, en 2018 se proclamó campeón del Cuatro y Medio de Promoción ante Jon Ander Peña (22-16) y del Manomanista de Promoción ante Jon Erasun (22-17). Pero era distinto. El mismo premio; distinto paladeo. “Es muy importante a todos los niveles para mí. Estoy muy orgulloso de mí mismo”, reseñó al terminar la final del acotado de plata disputada ayer en el frontón Burunda de Altsasu. El camino es dulce. El camino es duro. Bakaikoa, que aplicó el rodillo frente a Iraitz Zubizarreta, debutante en estas lides, se gana a pulso el billete para el Cuatro y Medio de Primera de 2022. Otra vez. Al menos, si el número de contendientes es superior a seis por empresa; si no, tendrá que pasar el tamiz de una previa, tal y como vienen estableciendo las empresas en las últimas campañas.

Sabe mejor el título por las circunstancias, por el pasado, por el retrovisor, por todo lo vivido. Hay cicatrices en el almanaque. Bakaikoa sufrió una rotura parcial del ligamento cruzado posterior de la rodilla derecha en marzo. Hasta julio no pudo volver a la cancha. Por el camino, un calvario fuera del foco. Todo eso después de haber sido de la partida en los campeonatos individuales de Primera en 2020. Un mazazo. Cuatro meses de trabajo, cuatro meses de viajes a Gasteiz, cuatro meses sin pantalón blanco. Barbecho. Olvido. Sudor. Voluntad de hierro. Mandíbula de cemento.

“Lo he pasado mal”, explicó Bakaikoa. El Olimpo le espera. Lo tocó con los dedos bien pronto, en una final desnivelada y diametralmente opuesta a la agónica semifinal ante Darío, en la que se cruzaron 403 pelotazos. Bakaikoa hizo daño en la irregular pared izquierda del Burunda. Zubizarreta pinchó en hueso. No tuvo opción de sacar a relucir su versión más endiablada: efectos, velocidad, agresividad, magma. Solamente en los primeros compases metió miedo al navarro. Después, el ataundarra, incómodo, penitente en el resto -encajó cinco saques-, se vio desdibujado. Tampoco ayudó la solidez de Joanes, que únicamente cometió dos errores, uno de ellos, una falta de saque con el 21-8.

Bakaikoa, físicamente una roca, defensor exquisito, tiró de oficio para desequilibrar la balanza a partir del abrazo a siete en el luminoso. A raíz de ese instante, enlazó un tramo de gloria. Tomó el centro de la cancha, dominó el peloteo, buscó velocidad, secuestró el aire de Zubizarreta III, inquietó por la pared y sacó una buena tajada del saque. Resultado: tacada de once tantos, salpimentada por cuatro cartones logrados desde el primer disparo.

Desde ese momento de zozobra, Iraitz no pudo ser él mismo. Bakaikoa, de piedra, únicamente desajustó su propuesta con un gancho inapelable de Zubizarreta, un saque que se le quedó corto y un mal resto. Joanes vuelve a acariciar el cielo.