Corren malos tiempos para el romanticismo en el deporte ya que el dinero ha extendido sus tentáculos incluso en aquellas parcelas que se creían a salvo de intereses más o menos limpios. Así, el baloncesto estadounidense se ha visto sacudido por la aparición de iniciativas privadas que vienen a socavar la tradicional relación entre el deporte universitario y el profesional. La NCAA, una maquinaria que mueve ingentes cantidades de dólares, mira con preocupación la aparición de proyectos que compiten directamente por captar a jóvenes adolescentes que quieren acortar o simplificar su acceso al profesionalismo.

Lejos queda el camino que proponía cuatro años en la universidad antes de saltar a la NBA o a Europa, e incluso el concepto de one-and-done, pasar solo un año de universidad para cumplir con la edad reglamentaria, queda obsoleto con las nuevas propuestas que ofrecen a los jugadores formación académica y deportiva fuera de la rigidez de las universidades y, sobre todo, la posibilidad de ganar dinero. De esta forma, la NCAA recibe un golpe en sus cimientos que puede comprometer a aquellos programas con menos nivel deportivo.

Primero, fue el G-League Ignite, el equipo que capta a algunos de los mejores jugadores de high-school para competir durante un solo año en la Liga de Desarrollo de la NBA, que supervisa directamente el proceso. Los chavales reciben su sueldo correspondiente a esa competición y, además, tienen la mejor preparación posible para el draft, su verdadero objetivo, y conocen de cerca las rutinas y funcionamiento de la liga.

Después, han surgido dos proyectos similares que cuentan con un gran apoyo económico y de nombres muy ligados a la historia de la NBA. Por un lado, está la Professional Collegiate League, que con las dos primeras palabras ya deja claras sus intenciones y en su línea editorial recuerda que el 50% de los jugadores de las cinco conferencias más fuertes de la NCAA proviene de bajos entornos socioeconómicos y que el 98% de los jugadores de universdad no alcanza la NBA. Uno de los máximos responsables de la PCL es David West, ex campeón con los Warriors y varias veces All Star, y entre los consejeros deportivos están otras antiguas estrellas de la NBA como Mitch Richmond, Mahmoud Abdul-Raouf o Etan Thomas. La PCL planea una competición veraniega de ocho equipos y ofrece a sus jugadores, entre otras cosas, un salario de entre 50.000 y 150.000 dólares por curso, una visibilidad incluso fuera de Estados Unidos y la posibilidad de monetizar su presencia en las redes sociales. En lo académico, los jugadores están obligados a estudiar en una universidad, un junior college, una escuela técnica o un programa on line de la ciudad que les acoja. La última, y no menos importante, irrupción ha sido la de Overtime Elite League, que tiene detrás al entramado empresarial de Jeff Bezos y Amazon y como inversores hasta los más de 80 millones de dólares iniciales y asesores a personalidades como el rapero Drake, Alexis Ohanian, marido de Serena Williams y fundador de Reddit, Kevin Durant, Pau Gasol, Carmelo Anthony o Trae Young. Este proyecto tendrá su sede en un macrocomplejo en Atlanta en el que los jugadores se entrenarán, competirán y estudiarán y tendrán garantizado un salario mínimo de al menos 100.000 dólares al año, la posibilidad de recibir otros ingresos a cuenta del merchandising de la competición y cobertura sanitaria. Eso sí, el compromiso es incompatible con la universidad. Pero si los deportistas deciden no pasar al profesionalismo, Overtime les asegura un mínimo de 100.000 dólares para la matrícula.

El grupo de trabajo incluye a expertos que trabajaron en la administración de Obama y en materia deportiva su hombre clave será Kevin Ollie, exjugador de la NBA y campeón universitario como entrenador con Connecticut. Entre 24 y 30 jugadores de 16 a 18 años componen el primer contingente de un proyecto que ha lanzado sus redes más allá de Estados Unidos. Por ejemplo, ha captado a Jean Montero, base dominicano que ya llegó a debutar con el Gran Canaria en la ACB, y a dos de las mejores promesas del Real Madrid: el murciano Izan Almansa y el galo Alexandre Sarr.

El G-League Ignite, la Professional Collegiate League y Overtime Elite League ofrecen sueldos a jugadores de 16 a 18 años

Las tres iniciativas compiten por el mismo perfil de jugadores con la promesa de una formación deportiva especializada y avanzada