n primer término el galgo, Zuaitz, y el de la casta, suficiente y de sobra para toda la línea sucesoria, en la cancha, pala en mano, Jesús. Nieto y abuelo, metiendo en vena éste lo que a todos y todas de la familia Sáez; lo que ha venido haciendo desde los principios, de los suyos y de todos los demás. Sólo María Natividad, Jaione, la compañera todo este tiempo, todo el rato al lado pero ajena a la práctica deportiva de toda una vida del esposo, de los hijos y, hoy, de los nietos, se ha mantenido al margen. Sus buenos paseos se da, eso sí, cuando al mocetón le ha dado fuerte por el golf. Entonces sí, Marinati, se calza las playeras, las deportivas, las tenis y recorre por trechos los 18 hoyos del campo mientras Jesús golpea la bola.
Tocaba tocarla en una de las pistas del Estadio, un rato. Y el nieto, que está aprendiéndolo todo, va acostumbrándose, como antes su madre Zezi, las tías María y Laura y Héctor, el varón, que el deporte es divertido, sano y te ata de por vida. JesúsSáezAlesanco ha cumplido los 84. En noviembre hará 85 inviernos que vino al mundo en San Millán de la Cogolla, un pueblo de buena cuna, donde también alumbrarían las primeras palabras escritas en castellano y en euskera.
Hace unos pocos días fallecía CarmeloBarrio, estrenados los 90, tenista hasta los 84, cuando el médico le recomendó la retirada. Con Barrio -“me ganaba”, recuerda Jesús- y Mediavilla, con Carrasco, los Verástegui, Fede y Pruden, con Churruca...“con todos esos he jugado yo al tenis”. Tenista siempre y jugador de squash, deporte en el que “fui campeón absoluto de Álava y gané algún Torneo Virgen Blanca”, además de cinco títulos de España en categoría de veteranos. También practicó el frontenis. Debió hacerlo bien, si no, cómo se explica que con María de pareja “ganáramos en el 99 a unos rivales tan duros como Monreal y Okiñena”, otro par de padelistas de cuño viejo, y grandes deportistas.
Al hacerse mayor -¿cuándo fue eso?-, como a otros muchos, le entró el gusanillo green y la ventolera con el drive, el approach y el putt. Es un golfista consumado que ha tenido la oportunidad de sumar concentración con la selección veterana en cuatro Europeos que le llevaron a Holanda, Eslovenia, Luxemburgo e Islandia. En el gran Ducado España y Jesús sumaron plata por equipos y en el juego individual. Y así podríamos seguir hasta topar con Karmele Jaio en la última página del periódico. Jesús es un titán.
Éste jovencito del 36 abandonó la cancha de pádel el domingo último tras pegarle un rato junto a Luis Trocóniz, Miguel el pintor -será San Román, que hace unos años firmara una de las camisetas que regalaba el CAP a cada uno de los participantes, una roja que todavía visto a lo informal- y Rafa, “de más nivel y mucho más joven”. Son la cuadrilla de pádel del Estadio. Dice Jesús que éste “es un deporte perfecto para la gente mayor, muy técnico y sencillo de jugar”; perfecto para los que, como él, vienen del tenis y el squash: volea que deriva del primero y el rebote y la colocación que heredó de cuando jugaba en el cuartico con la raquítica en la mano.
De chaval mantuvo una breve relación con la pelota a mano, pero “tocaba el piano” y, enseguida, cogió la pala. Y luego las raquetas, la paleta y el palito. El deporte y la actividad “son importantes para mí”, asume. Cuando apareció por Vitoria en los 70, como a una mamá pato le seguían a él todos los patitos, los Sáez Arzamendi, que heredaron el amor por el deporte, la competitividad y la tenacidad y el empecinamiento. María es competitiva en lo que haga, Laura es la representación del don, de la sencillez y de la clase, Zezi está entre dos aguas y Héctor, “era un fenómeno, muy bueno”. La de fines de semana que veíamos a los Alesanco ir de un lado para otro y parar en el frontón chiquitín del Estadio; dale que te pego a la pelota, la que fuera. Los nietos le han salido igual. A ver el último, ¡el pequeñajo!
Jesús es un fuera de serie, un desclasificado, de hors categorie. Es un deportista mayúsculo. Un jugador de pádel eterno al que nunca le falta un “sí, dónde y a qué hora” cuando el capitán Pascual le llamaba al combate en Pádel Lakua. Tiene casta y muchos galgos por detrás.