- Ayer fue un día de sol, maillot y cuneta. Festivo y de bicicleta. Ayer fue un día perfecto para el ciclismo. De esos que se quedan marcados en la memoria. Y, sin embargo, Bilbao lo disfrutó, sobre todo en el casco urbano, a medio gas y casi entre las sombras. Porque ayer la 60ª edición de la Itzulia atravesó la capital vizcaína en su primera etapa, con una contrarreloj corta, pero intensa. De esas que, parece que no, pero queman. Algunos de los mejores corredores del pelotón internacional volaron sobre el asfalto botxero en lo que fue, a todas luces, un particular ensayo para el Tour de Francia de 2023. La gran fiesta. La Grand Depart. Pero ayer Bilbao se contuvo. Comprendió que, con tantos ojos mirando, no era el momento. Así que se moderó. Dio una lección al fútbol, le otorgó a la pandemia la prioridad que le corresponde y dejó las multitudes para cuando la salud sea plena. Para cuando la marcha hacia el amarillo se inicie sobre sus calles.
Por ello, los casi catorce kilómetros de recorrido que otrora hubieran estado atestados de aficionados, ayer acogieron un contado goteo de seguidores y curiosos. Cierto es que durante toda la semana tanto la Ertzaintza como el Ayuntamiento de Bilbao y la organización de la Itzulia hicieron un llamamiento para evitar que la multitud acudiera a la llamada del ciclismo en vivo. Y también es cierto que el dispositivo de control llevado a cabo por la Policía Municipal impidió las aglomeraciones. Es decir, las medidas de seguridad fueron importantes, sobre todo en la salida de Begoña, en la subida por la Plaza del Gas y en la meta colocada en el Parque Etxebarria. Pero Bilbao también supo hacer de tripas corazón. Y, como no le dejaron tomar azúcar, se conformó con la sacarina. Así pues, aunque la cordura y la moderación se impusieron, sí que hubo seguidores que vieron en directo el primer puñetazo a la general de Primoz Roglic. De hecho, Artxanda fue el lugar escogido por los incondicionales -es donde se vio más naranja-; mientras que las familias y los menos entusiastas se conformaron con presenciar la exhibición del conjunto Jumbo-Visma desde la Avenida de las Universidades hasta el edificio consistorial.
Así, fueron muy pocos los que pudieron ver a Roglic bailar sobre su bicicleta mientras subía por la Plaza del Gas. Pero prácticamente todos los que tuvieron la oportunidad de verle durante el resto de los catorce kilómetros le jalearon. De hecho, el esloveno fue, junto a su compatriota Tadej Pogacar, la gran sensación de la primera etapa de la Itzulia. Con todo, los favoritos a ganarlo casi todo este curso no hicieron sombra a un Euskaltel-Euskadi que notó el cariño de la gente en su regreso a la carrera de casa. La formación naranja se llevó los aplausos más sonoros junto a Mikel Landa, Ion Izagirre, Omar Fraile y un Alex Aranburu que deslumbró con un noveno puesto al quedarse a solo medio minuto del guantazo de Roglic.