Lágrimas. De dolor, de impotencia y de felicidad máxima. Ese fue el pasional condimento con el que el Rpk Araski aderezó su histórica victoria de ayer sobre el Lointek Gernika en el derbi que supuso el pistoletazo de salida a la Copa de la Reina de Salamanca. Un triunfo que permitió a la escuadra vitoriana alcanzar su segunda semifinal en este torneo, un premio inimaginable hace apenas cinco años pero al que se hizo acreedor con toda justicia. Porque el plantel de Made Urieta supo adaptarse a todos los escenarios que planteó un derbi de máxima intensidad y ser mejor que su oponente, teórico favorito, en cada uno de ellos.

Hasta el descanso con un juego espectacular que desarboló por completo a las vizcaínas, incapaces de contener el dinámico ataque verde ni de superar la tela de araña defensiva construida por las alavesas. También cuando tocó sufrir a partir del tercer cuarto como consecuencia de la ausencia de Izaskun García -lesionada en el segundo parcial- y los problemas de faltas de Raquel Carrera y Tamara Seda. Y por último en el agónico epílogo del tiempo reglamentario y la subsiguiente prórroga. Cinco minutos en los que el coraje, el carácter, la fortaleza mental y un corazón inconmensurable empujaron al Araski hasta el éxtasis que se desató con la confirmación del acceso a las semifinales de mañana. Un pasaporte que, para darle todavía más emoción, selló un triple (78-83) de la capitana -la vitoriana Laura Pardo- a 58 segundos del final.

Aunque lo cierto es que resultaría harto complicado, e injusto, personificar en unas pocas jugadoras la victoria sobre el Gernika. El Araski fue ayer más fiel que nunca a su particular filosofía y regaló una auténtica exhibición de cómo el trabajo colectivo y el reparto de las responsabilidades puede ser definitivo para alcanzar cualquier objetivo por complicado que se antoje.

No tardó ni un segundo el plantel de Made Urieta en asentarse en la contienda. Lejos de acusar los nervios de comparecer en la cita que reúne a los ocho mejores equipos de la Liga Endesa, arrancó el choque con un aplomo envidiable y desplegando un juego de muchos quilates en ambas partes del campo. Solo su escaso acierto en el lanzamiento le privó de acabar el primer ventaja del 10-17 que reflejó el marcador. Con un control absoluto del rebote y el contador de la intensidad anclado en el máximo posible, el Araski se transformó en un rodillo en el segundo parcial para elevar su ventaja hasta los once puntos en el descanso (30-41).

Antes, sin embargo, comenzó a percatarse también de que el destino estaba empeñado en situarle obstáculos cada vez más grandes en su camino. Porque en una acción completamente intrascendente a 8,51 para el final del segundo cuarto Izaskun García pisó a su compañera Raquel Carrera y se produjo un importante esguince en su tobillo izquierdo que le impidió volver a la pista a lo largo de todo el encuentro.

No estaba dispuesto a irse a la lona el cuadro vitoriano, que encajó este durísimo golpe como si fuese una caricia. Al regreso de los vestuarios, las complicaciones se multiplicaron. Raquel Carrera y Tamara Seda, que hasta entonces habían anulado a Milic -especialmente la primera- y dominado el juego interior, se cargaron con cuatro faltas y la gran estrella del Gernika comenzó a hacer estragos en la zona verde. El cuadro vizcaíno endureció su defensa y la fatiga comenzó a hacer acto de presencia en una María Asurmendi que no podía descansar tras la lesión de García.

El choque comenzó a teñirse entonces de una preocupante tonalidad granate que hizo saltar las alarmas cuando, por primera vez en muchísimo tiempo, el Lointek se puso por delante en el marcador (60-59) a 6,56 para el final del partido. Salieron a relucir entonces la garra y la fe inquebrantable de un Araski que se agarró al partido con uñas y dientes y no permitió nunca a su rival alejarse más de tres puntos. Asurmendi tomó el mando de las operaciones tras un breve paso por el banquillo y ni siquiera tras las eliminaciones por personales de Seda y Carrera bajó los brazos el Rpk. Tampoco cuando un increíble palmeo de Belén Arrojo a ocho segundos del final instaló un 75-73 en el marcador que parecía definitivo.

Made Urieta dibujó en su pizarra una última jugada y Shacobia Barbee la ejecutó a la perfección sobre la bocina para restablecer el empate que abría las puertas a una prórroga que se antojaba imposible para el Araski. Sin tres jugadoras claves en sus filas, más cansancio en sus piernas y tras ver cómo le remontaban los 17 puntos (30-47) que había tenido de máxima renta, la escuadra verde parecía ahora sí presa fácil para el Gernika. Nada más lejos de la realidad. Llevó siempre la iniciativa en el tiempo suplementario y de la mano de Tania Pérez, María Asurmendi y Laura Pardo escribió el final perfecto para que, ahora sí, las lágrimas verdes que inundaron el Multiusos Sánchez Paraíso fuesen de felicidad.