por fin ha terminado el plazo de un mes que se le concede a LaLiga para que sus clubes puedan reformar las plantillas. El cuadro alavesista se ha reforzado de cara a la segunda vuelta y lo ha hecho con cinco nuevos elementos, dos de ellos viejos conocidos pues estuvieron en el club la temporada 2016-17; además, otros cinco han causado baja por diferentes razones. Sin embargo, el conjunto albiazul no ha realizado una gran inversión, pues cuatro inscripciones han venido a coste cero ya que se trata de cesiones. Por lo que el plantel de Garitano ya está ultimado para afrontar con todas las garantías los compromisos que quedan hasta finalizar la temporada. El número del refuerzo que parecía más apremiante e indispensable (desde el club se nos venía insistiendo en esa premura), un mediocentro, salió casi cuando el sorteo estaba llegando a su fin, si bien el nombre era sabido por todos. Pero ha sido llegar y besar el santo. De estar sin jugar y entrenar con el Benfica para mantener la forma ha pasado a fichar por el Alavés y ser titular en el primer encuentro. Las bajas, el rival y la confianza de Garitano explican su debut.
El que también lo lleva jugado todo desde que aterrizó en el club ha sido Camarasa, pero el que fue presentado a la vez, un chaval de 19 años, aún no se ha estrenado. Aunque las circunstancias son diferentes, el caso se presenta como un déjà vu, una situación ya experimentada en enero del año pasado con Álex Blanco cuando llegó cedido tras la venta de Sobrino al conjunto che. Da la impresión de que son unas decisiones impuestas por sus clubes de origen, aunque Ismael llega para temporada y media. Para tener a un jugador joven en plantilla para hacer número, prefiero que sea de casa. ¿No hay en el filial alguien que pueda realizar esa función y además en propiedad? Se debería priorizar y apostar antes por los canteranos albiazules que por gente ajena al club. Edgar Méndez, llegado en el último instante, no tardará en aportar su rapidez, experiencia y desborde en ataque. Roberto tendrá que esperar sentado, en el banquillo, su oportunidad. Asimismo, el Alavés sintió un gran alivio cuando por fin se olvidaron de Lucas Pérez. Aunque, al final, fruto de la tensión vivida, el sóleo se resintió y causó baja para Sevilla. Una pena, pero Joselu se encargó de que su ausencia pasara inadvertida. Los equipos pequeños, en esta parte de la competición, se encuentran en un sinvivir constante, temiendo que un grande venga a llevarse algún jugador que destaque. Y si es un goleador, ni te cuento.
El Sevilla también ha reemplazado a algunos elementos de su plantilla. Y eso que al comienzo del curso la reformó ampliamente, aparte del entrenador. Es lo que tiene que te den plenos poderes y dinero para confeccionar un equipo distinto: ha supuesto la mayor inversión de su historia. Así cualquiera. Para mí, no obstante, el que tiene mérito es aquel que con poco presupuesto y mucha imaginación es capaz de formar un equipo con las garantías suficientes para lograr los objetivos. En este mercado invernal, algunos jugadores ya han tenido que hacer las maletas sin haber demostrado sus potenciales cualidades y han sido relevados con una fuerte inversión de nuevo. Que alguien no se adapta, pues se suple. Y si la cosa no funciona, se le echa la culpa al VAR de los problemas ocasionales. En Copa, el Mirandés le dio un inesperado repaso en todos los aspectos que ha hecho temblar hasta los cimientos sevillistas y que unido al empate en Liga ante el Alavés corrobora que no pasan por el mejor momento ni el entrenador ni su jefe inmediato. Pero como este en otros tiempos compraba barato, vendía caro y lograba títulos, pues aún le queda crédito.
Que el Sevilla tiene mejor plantilla que el Alavés no lo discute nadie. Y quien más quien menos pensó que el choque podía servir para que el conjunto alavesista pagara los platos rotos del fiasco de Lopetegui en Anduva. Pero la realidad nos demuestra que no siempre se cumplen las expectativas y menos aún en el mundo del fútbol, afortunadamente para los equipos de la talla de los albiazules; y también debe servir como enseñanza para los que venden la piel del oso antes de haberlo cazado. Garitano, por si acaso, quiso protegerse y cambió su dibujo con tres centrales y el equipo, asociado a la idea del preparador, trabajó a destajo para contener las acometidas del rival. El Alavés lo pasó mal, decir lo contrario sería negar la evidencia, pero sacó el máximo provecho de su eficacia en ataque y su orden defensivo. El conjunto andaluz solo pudo empatar de penalti, pues los árbitros no perdonan ni una mano en el área albiazul. Se acabaron las reformas, al fin; ahora, a disfrutarlas y amortizarlas.