vitoria - Ayer se cumplieron 25 años de una de las efemérides más espectaculares del deporte alavés. Y es que un 14 de agosto de 1994 Martín Fiz protagonizó un éxito conmovedor para el atletismo español tras subirse a lo más alto del podio en la prueba de maratón en el Europeo de Helsinki. Le secundaron dos “hermanos” -así continúa definiendo el vitoriano a ambos- como el malogrado Diego García y Alberto Juzdado. La estampa de los tres abrazados nada más pisar la línea de meta, fruto de la entrañable amistad y el compañerismo tan sano que forjaron durante cientos de entrenamientos juntos, dio la vuelta al mundo y se mantiene como una de las instantáneas más emotivas en la historia de este sacrificado deporte.

Como sucede siempre con esta carrera de fondo que va eliminando poco a poco a los atletas, aquel maratón fue poniendo a cada uno en su sitio. Asaltar el oro implicaba una preparación espartana y Fiz se refugió en Navacerrada para satisfacer este ambicioso objetivo. A casi 2.000 metros de altitud, donde el ácido láctico muerde las articulaciones, el vitoriano completó maratonianas sesiones de entrenamiento que le permitieron llegar en un dulce estado de forma. Sus rivales también habían entrenado como animales, pero finalmente se llevó el gato al agua tras una carrera primorosa a nivel táctico.

Fiz respondió a un ataque demoledor de García que sirvió para descolgar a dos de los grandes favoritos, el portugués Antonio Pinto y el británico Richard Nerurkar. El tercer español, Juzdado, tampoco pudo seguir el implacable ritmo de sus dos amigos íntimos, que se jugaron la gloria a cara de perro. En esos kilómetros finales, ya no hubo espacio para el sentimentalismo.

El gasteiztarra, convencido de su superioridad y todavía con las piernas frescas para hacer un último cambio mortal de necesidad, demarró antes de entrar en el estadio Olímpico de Helsinki y dio la vuelta en solitario ante los 20.000 fineses congregados en las gradas. Paró el crono en algo más de 2 horas y 10 minutos, una marca ciertamente terrenal para lo que se destila hoy en día con las gacelas africanas, aventajando en 15 segundos a García -al que esperó arrodillado para fundirse en un emotivo abrazo- y en 47 a Juzdado. Derretidos por el esfuerzo de los 42 kilómetros, los tres formaron en la línea de meta una piña para la posteridad.

“Helsinki quedará para siempre como la ciudad que descubrió al maratón español, ese maratón que estaba escondido, ese maratón al que la gente sólo se pasaba cuando ya no tenía nada que hacer en otras distancias, pero que a partir de ese día demostró que había mucho talento escondido y empezó a reunir a corredores como nosotros tres, Abel Antón, Alejandro Gómez, Fabián Rocero, José Manuel García o un larguísimo etcétera de atletas que cambiamos la forma de entender la mítica distancia en nuestro país”, rememora ahora Fiz.