Geraint Thomas, el campeón en curso del Tour, esperaba que en el primer asalto pirenaico alguien de los favoritos o de quienes se sienten como tales, tratara de arrugarle la sonrisa. “Quizá todos pensaron que quedan tres días muy duros por delante en los que habrá cambios en la clasificación y por eso prefirieron esperar”, sopesó Thomas a la conclusión del día. Le sorprendió al galés la pasividad de los rivales, que no se movieron ni un ápice en su terreno a la espera de entrar en el latifundio de galés. El mundo al revés. La mayoría teme a la ferocidad de Thomas en la crono, pero, sobre todo, correrán con la idea de no perder y seguir merodeando.
Así, pensando que el empate es un triunfo, decidieron los rivales del galés guardar para cuando sea necesario. Tal vez para entonces sea tarde. El almanaque lo determinará. Thomas saldrá en Pau con la idea de ganar la crono. No tiene ninguna duda al respecto. “Haré todo lo posible para ganar y veremos dónde nos sitúa la etapa. Sería fantástico ganar la etapa, pero mi favorito es Van Aert”, apuntó el galés. Ese es su plan en una contrarreloj de 27,2 kilómetros y sin demasiado misterio que Mikel Landa tratará de salvar sin pérdidas irreparables. “De cara a la CRI y los dos días que vendrán, era guardar y guardar. Mañana (por hoy) empezará a haber diferencias y veremos quién está más fuerte o no”, determinó el alavés ante un complicado test, que también medirá la resistencia de Alaphilippe.
El líder cree que podrá soportar la embestida de Thomas. “No digo que vaya a ganar, pero creo que el recorrido me permite defender el maillot amarillo. Estoy dispuesto a darlo todo. Cada día que paso de amarillo es un premio, ahora tengo una razón más de sufrir en una crono que me conviene, que disputaré con el amarillo. Pase lo que pase, estaré contento si voy a tope”, aseguró el francés, que como todos los favoritos se sitúan bajo el reloj que marcará el futuro del Tour. La hora señalada.