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El ocaso de Brito

El que fuera árbitro en primera división durante una década se reconoce hundido, arruinado y a punto de ser deshauciado

El ocaso de BritoFoto: DNA

Vitoria - No solo el fútbol está lleno de futbolistas que son juguetes rotos, entrenadores defenestrados o directivos que acaban en la cárcel. También surgen de vez en cuando, muy de vez en cuando, ejemplos de colegiados a los que el dinero les duró lo que un caramelo a la puerta de un colegio. Árbitros internacionales que sin haber sido profesionales acumularon un patrimonio más que notable como para no tener que pasar apreturas el resto de su trayectoria laboral. Uno de esos trencillas rotos es Juan Manuel Brito Arceo, colegiado canario con diez temporadas en la élite y otras tantas en la esfera internacional que amenaza ruina, física y literal. En una desgarradora entrevista concedida el pasado domingo al Diario de Avisos, el árbitro reconocía con una crudeza extraordinaria su precaria situación, motiva por la mala gestión de algunas de las empresas que montó cuando fue obligado a retirarse del fútbol profesional. “No tengo nada, me van a desahuciar y no me avergüenza tener que pedir al Ayuntamiento una bolsa de comida”, suelta a bote pronto el canario, sumido en una profunda depresión que le ha llevado a hacer público su lamentable calvario y lanzar un SOS a quien tenga la “caridad de ayudarme”.

La angustia de Brito Arceo es, casi, desesperante. Reconoce el que fuera uno de los colegiados más respetados de la época que el desahucio de su piso por parte del banco es solo una cuestión de tiempo y que la prestación de la RAI (Renta Activa de Inserción del Gobierno de Canarias) se le acaba este mismo mes de octubre, lo cual ya le ha hecho tener que tragarse todo su orgullo y acudir a los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Santa Cruz para conseguir una bolsa de comida. “Aunque es muy duro, no me avergüenza tener que aceptar esta caridad para poder seguir tirando”, reconoce el colegiado.

“he pensado en el suicidio” Cuestionado a continuación por los motivos de su lamentable situación, Brito Arceo asume que todo fue una mezcla de varios negocios muy mal gestionados y de una sociedad equivocada. “Las personas que llevaban las empresas tenían buena voluntad pero quizá no tenían la experiencia para un proyecto empresarial de tan alto nivel. No obstante, todos los problemas y las deudas me vinieron a mí, ya que yo era el administrador único”, rememora el colegiado, que abunda: “Quizás gran parte de la culpa la tengo yo, porque en la vida uno mismo toma a veces decisiones que a la larga te pueden perjudicar y uno no lo piensa. Pero debo decir que en ninguna circunstancia se deba a que yo sea una mala persona, sino muchas veces al exceso de confianza que yo pongo en los demás”.

En ese punto de la entrevista, recuerda Brito Arceo con pátina histórica la buena relación que siempre tuvo con Emilio Butragüeño, “todo un señor que sabía estar”, la “prepotencia” de Míchel, los consejos de su gran amigo Guruceta Muro o el periodista José María García: Me arruinó la vida. En un momento determinado, llamó a unos abogados para influir en una decisión judicial en mi contra. Pero, finalmente, el fiscal no vio que la denuncia contra mí constituyera un delito o una causa penal, y fue archivada. No obstante, las malas personas lograron manchar mi honor, mi nombre y acabar con mi carrera”, explica el colegiado canario con gran indignación a pesar de los años transcurridos. “García era una persona que te encumbraba, pero después era el primero que te bajaba, pero ya no lo hacía del lugar donde te había subido sino muy por debajo de de donde tú habías subido. Es un tema en mi vida bastante doloroso. Incluso ahora, comentándolo me causa dolor, pues creo que fue una persona injusta conmigo, que en lo personal llegó a ser mala”, reflexiona el árbitro ante las preguntas de Diario de Avisos.

Pasado y presente fundidos ahora con la misma sensación de impotencia y sufrimiento; un escenario caótico que incluso ha llevado al protagonista de esta historia a tener que luchar contra la amenaza de cometer una locura. “Sinceramente sí he llegado a pensar en el suicidio, pues me pregunto muchas veces qué han hecho con mi vida. Y no estoy loco. Hay que vivir los momentos tan difíciles que estoy viviendo. Sobre todo, nunca entenderé a esas personas que ponen empeño en destruirte con mentiras. Para lo que yo he dado y cómo me he comportado, creo que se me ha pagado muy mal”.