Como no puedo decir lo que siento dejo solo una pregunta que un día espero conseguir la respuesta y es por qué. ¿Por qué pasa siempre lo mismo? ¿Por qué un equipo de esta dimensión necesita de una cosa que es tan obvia, que todos ven?”. El Alavés vivió en sus carnes el domingo por la noche lo que vamos a llamar la aberración estadística más grande del mundo del fútbol. Vamos a utilizar el recurso de la anomalía empírica para que la mafia no nos llame forofos y la vamos a ilustrar con algunos datos: 74 partidos consecutivos sin un penalti en contra (a dos de dos ligas completas). Una pena máxima en contra en los últimos 103 encuentros. Y dos expulsiones en 102 partidos. Mascherano se fue de LaLiga sin que le cobraran un penalti y a Ter Stegen todavía no le han tirado uno. Ningún equipo se acerca a estas cifras en Europa, por mucho que ataque y mucha posesión que tenga. El Bayern, que ha ejercido un dominio doméstico mayor que cualquier conjunto en estos años, está muy lejos. “Yo no entiendo por qué. No sé si es la publicidad de UNICEF, si es el poder del señor Villar en UEFA, si es que son muy simpáticos? no entiendo. Enhorabuena por un fantástico equipo de fútbol, pero enhorabuena también por todo lo que tienen detrás, que debe ser muy difícil de conseguir”... Luis Suárez es un delantero espectacular. Y una intolerable amenaza dentro del campo con un extenso historial de insultos racistas, agresiones sin balón y mordiscos. En Inglaterra, Holanda y en el Mundial ha tenido sanciones ejemplares. En España, donde lleva tres años y medio, no ha sido expulsado ni una sola vez. El domingo le tocó a Rubén Duarte sufrir su brote psicótico en forma de patada, léase coz, sin balón. El repertorio es amplio y va desde mordiscos a codazos. Otra de las especialidades del uruguayo es tirarse en el área y conseguir que piten penalti. Todas las agresiones de Suárez en España han gozado de impunidad. Con algunos jugadores se nos cuenta lo de la fama, que les tienen pillada la matrícula y esas cosas. Que a veces la pagan sin hacerla por su historial. Pepe podría ser un buen ejemplo de vivir encasillado en eso. Suárez es todo lo contrario. Tiene barra libre. 114 partidos después, nadie le ha cogido el número a Suárez. El uruguayo sigue agrediendo sin balón, insultando a los árbitros a la cara y yéndose de rositas. Víctor Laguardia hizo las declaraciones más interesantes del post-partido, comentando otra de estas casualidades que fusionan Barcelona y arbitraje: la designación de Iglesias Villanueva, el árbitro que no dio un claro gol de Messi en Valencia. “La famosa jugada de Mestalla le ha presionado mucho a la hora de tomar esas decisiones, sabía que si perjudicaba otra vez al Barcelona hubiera montado un escándalo y es mejor pitar a favor, cubrirse y así ha sido”, dijo en zona mixta. Para que esta aberración estadística se sostenga la propaganda tiene que ser fuerte y ruidosa. No creo que sea casualidad que jugadores y publicistas del nacional-barcelonismo salieran ese día a hablar de VAR como solución a todos sus males. De alguna manera, el equipo sin penaltis en contra en casi dos ligas completas, el equipo al que expulsan a un tipo cada cincuenta partidos y el equipo que tiene en sus filas a Luis Suárez nos pretende hacer creer que su vida sería mejor con el VAR. Al Capone todavía se cree que le roban.

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