Bilbao - Historia viva del Athletic. Eso es Julen Guerrero (Portugalete, 7-I-1974), de cuyo debut oficial como león se cumplían ayer 25 años. Un cuarto de siglo después, la meteórica irrupción del aclamado media punta continúa presente en la memoria de quienes asistieron perplejos a un boom mediático que fue más allá de los terrenos de juego. El portugalujo, un fenómeno de masas en Bilbao y en sus 41 apariciones con la selección española, cerró su etapa como rojiblanco en julio de 2006 con 430 partidos disputados y 116 goles marcados en sus catorce temporadas en el primer equipo, tras ingresar en Lezama a los ocho años de edad.

Comenzó entonces, en 1982, un brillante e imparable camino hacia el éxito del que resultaron testigos directos otros reconocidos exrojiblancos como Aitor Larrazabal (Loiu, 21-VI-1971), Rafa Alkorta (Bilbao, 16-IX-1968) y Javier Clemente (Barakaldo, (12-III-1950), quien no dudó en convertir en internacional absoluto a Guerrero un año después de que el vizcaino alcanzara el primer equipo del Athletic con solo dieciocho años.

El 6 de septiembre de 1992 permanecerá de por vida en la retina del de Portugalete, que vio cómo Jupp Heynckes le concedía la titularidad ante el Cádiz en la primera jornada de liga. Se estrenaba así, con el antiguo San Mamés como escenario de excepción, una perla tan callada y observadora en el vestuario como descarada sobre el césped. Así era Julen Guerrero, tal como advierte Larrazabal, otro ilustre capitán del Athletic que había debutado como león dos años antes, en 1990, y que compartió vestuario con el portugalujo desde 1992 hasta 2004.

“Saltó prácticamente del Juvenil al primer equipo después de jugar unos cuantos partidos con el Bilbao Athletic en los que hizo bastantes goles. Se le dio la alternativa y fue un boom”, apunta Larrazabal, quien destaca que Guerrero “siempre fue respetuoso y calladito”. “Intentaba aprender de todo en cada momento, pero en el campo cambiaba su forma de ser. Salía entonces el Julen jugador, con ese desparpajo y ese gol que al equipo le vino muy bien”, subraya asimismo el exlateral rojiblanco, a quien sorprendió, como al resto del vestuario, la velocidad a la que se desarrollaron los acontecimientos en torno al portugalujo, que cerró su primer curso como león con 10 goles en los 37 partidos que disputó en liga: “Nos resultó algo novedoso ver cómo un jugador despuntaba de esa manera y era capaz de hacer lo que hizo, teniendo esa capacidad de ser goleador y asumir el protagonismo que tuvo desde muy pronto siendo tan joven. Es algo que llama poderosamente la atención, porque fue un fenómeno social”.

“inteligente” y “ambicioso” El de Loiu niega además que se produjera incidente alguno con Guerrero cuando este aceptó el brazalete de capitán sin ser el jugador más veterano de la plantilla. “La Junta Directiva decidió que Julen debía ser el capitán y al resto nos tocó asumir las órdenes que venían desde arriba, como en cualquier otro trabajo. Empezó a ser el capitán y no tuvo nada de importante, ni alarmante”, manifiesta Larrazabal, presente en el vestuario rojiblanco cuando Julen se dejó ver por primera vez. También estaba ahí Rafa Alkorta, quien compartió caseta con el vizcaino durante seis campañas. “Cuando subió era muy joven, pero tenía algo especial. Era muy ambicioso y siempre sabía lo que tenía que hacer en el campo”, señala el excentral internacional, quien hace hincapié en la “inteligencia” de Guerrero dentro y fuera del campo.“ Lo fue desde el principio. Sabía que había muchos veteranos en el vestuario y aprendió un poco de todos. Se aclimató muy rápido a lo que significaba jugar en Primera y fue una gran irrupción, como pocas ha habido en la historia del Athletic”, resalta Alkorta.

El exdefensa echa además la vista atrás para recordar que el de Portugalete, a quien no le hizo falta ganar títulos para ganarse el cariño y la admiración de la parroquia rojiblanca, “dominaba muy bien las dos piernas y tenía una gran facilidad para encontrar el sitio adecuado dentro del área rival. Parecía que el balón le iba a él, pero no era casualidad. Es algo con lo que se nace”.

Rápido vio también Javier Clemente el talento que desprendían las botas de Julen Guerrero, a quien llevó al Mundial de 1994 y al de 1998, así como a la Eurocopa de 1996 que tuvo lugar en Inglaterra. “Era muy joven, pero era goleador y despuntó rápido. Influyó además en que la gente joven siguiera más a la selección”, afirma el de Barakaldo, el último entrenador que tuvo Guerrero, quien colgó las botas al término del curso 2005-06.

el tramo final Fue un curso en el que ni siquiera Clemente pudo darle los minutos que había perdido en los últimos años, dado que “no es lo mismo jugar con 20 años que con 31. Había perdido un poco de velocidad, y la situación del equipo no era la misma”. El excapitán, que tuvo tiempo para firmar su gol número 100 en liga con el Athletic en marzo de 2005, dejó el fútbol en activo un año después. Lo hizo entre lágrimas y dejando una huella imborrable en un equipo del que no se separó pese a las mareantes ofertas recibidas a lo largo de su larga trayectoria.