En la parte trasera del podio que engrandece la figura de Alejandro Valverde, el veterano francotirador que no da puntadas sin hilo, en Eibar, ciudad armera, la pareja de Ion Izagirre, tercero en discordia, busca al corredor del Bahrain-Merida con una sonrisa de oreja a oreja. En brazos lleva a la hija de ambos, ajena, por la inocencia de la edad, a la algarabía y la muchedumbre que arropa a los corredores en la plaza Unzaga, corazón de Eibar. Ibai, el hombre de confianza del menor de los Izagirre, quien le acompaña en su exótica aventura en el equipo de los Emiratos, la coge en brazos y la lleva hasta las entrañas del podio, donde Ion presume de hija ante Contador y Valverde, quienes le preceden en los escalones del podio de la carrera de casa, al que regresa, en su nueva vida, tras un año de ausencia, apartado por una inoportuna gastroenteritis que le impidió retar al pinteño.

El corredor de Ormaiztegi, reclutado por Eusebio Unzué tras la desaparición de Euskaltel-Euskadi, voló en invierno al abrazo del calor del Bahrain-Merida, donde comparte galones con Vincenzo Nibali, a la espera, quién sabe, de citarse con su hermano el próximo año. Líder del equipo en la Vuelta al País Vasco que echó ayer el cierre, Ion Izagirre se encaramó al tercer escalón del podio, como en 2015, tras una gran contrarreloj final. “Estoy muy contento”, reconoció al término de la crono, en la que consiguió adelantar cuatro posiciones.

Señalado como uno de los favoritos para hacerse con la victoria final, las exigentes rampas de Matxaria le hicieron perder 15 segundos con los gallos de la carrera, distancia que no pudo recortar pese a sus excelsas condiciones para la contrarreloj. Otra vez será. “Estar con estos dos grandes corredores en el podio es algo fantástico y esperamos que sea para muchos años”, apuntó. Cuestionado por su nuevo podio, el guipuzcoano reconoció que “es diferente al de 2015”. “El primero es el primero y fue muy especial. Repetir ahora, con nuevo equipo y delante de esta increíble afición es otro regalo”, destacó.

EL TRIUNFO DE LASTRA Al podio que despidió hasta el próximo año a la Vuelta al País Vasco no se acercó ayer Jonathan Lastra. El bilbaíno pasó de largo tras la crono camino del autobús para ducharse y regresar a casa. En ella estuvo el jueves, en la etapa que finalizó en Bilbao, a donde llegó en cabeza, comandando al grupo de escapados en el primer paso por la línea de meta. Allí se subió al podio como vencedor de las metas volantes. Sin opciones en la general, aquello fue un premio. Un triunfo con mayúsculas.

Sin duda, Ion Izagirre como principal referente de la representación vasca en la Itzulia, pero a duras penas Lastra olvidará lo vivido el jueves. Como tampoco lo hará Víctor de la Parte, debutante en un equipo World Tour y escudero fiel de Alejandro Valverde, que se estrenó en la carrera de casa. El resto, los Zubeldia, Irizar, Gorka Izagirre y compañía, gregarios de lujo en el Trek y Movistar, han cumplido con creces sus funciones. Mientras, Omar Fraile aún se pregunta qué hubiera sido capaz de hacer si su rueda delantera no se hubiera roto en mil pedazos en la entrada a Bilbao o si la voracidad del Orica-Scott en su camino hacia el santuario de Arrate no hubiera sido tal. Preguntas sin respuesta. Hasta la próxima.