Eibar - El armazón de Astelena de Eibar tiene un aroma especial. Huele a añejo. Huele a tradición. Al lado del frontis, un gigante como Miguel Gallastegi mira desde una fotografía en la que golpea el cuero. El frontón eibartarra se erige como un lugar de liturgia, solamente ensombrecido por las obras en las que se encuentra y que tienen como objetivo cambiar la madera de debajo de la chapa y cerrar unos cuantos huecos de la contracancha. En definitiva, maquillaje para el mismo viejo emplazamiento que conserva la raíz a las entrañas de la pelota: el mismo frontón de siempre. Y los mismos miedos de siempre, las mismas dudas de siempre.

“Es el primer partido y vas con incertidumbre por eso”, desvelan Mikel Urrutikoetxea y Jokin Altuna. Es el problema del inicio, del descorche: el desconocimiento. La primera contienda en un torneo sin apenas incidencia en el grueso de envites que disputa cada manista en la temporada pelotazale, ya sea el Cuatro y Medio o el Manomanista, se asoma como un pequeño terror. La virtud para los cabezas de serie, al aterrizar en liguilla, es la del colchón. Sin funambulismo. Sin K.O. “Todos los pelotaris tenemos dudas en este primer partido y en el torneo que empiezas. Tienes dudas de cómo vas a estar y de las sensaciones que vas a tener. Venimos a intentar hacerlo bien”, desgrana Urrutikoetxea, campeón en curso de la modalidad, uno de los principales favoritos al cetro y poseedor de un físico ya baqueteado en este tipo de contiendas. Al debut nadie se acostumbra. Ni siquiera con el traqueteo de los partidos -jugó el sábado en Barcelona, festival al que llegó tras batirse el cobre en un partidazo en Zalla y en la despedida de Pablo Berasaluze-, se olvidan las cuestiones internas. Lo mismo de siempre. El guion es la falta de acondicionamiento de blanco. “He jugado de delantero y de zaguero y he estado a gusto. Mientras esté en el frontón, no hay problemas”, asevera el zaratamoztarra. Para afrontar su primera defensa de la txapela en el acotado, Urrutikoetxea cuenta que ha realizado “tres o cuatro” ensayos específicos. Solo uno en La Catedral. Es lo que menos le importa. “Lo esencial es estar en la cancha y este frontón va bien a todos los pelotaris. Vendré sin problemas a disputar el encuentro del domingo”, esgrime. En sus entrenamientos, confiesa estar viviendo con “sensaciones bastante buenas”, pero que no ha hecho “hincapié” en “nada en especial”. Aun conociendo desde hace un mes que Jokin Altuna iba a ser el escollo en el debut en la liguilla de cuartos, sentencia que “lo hemos preparado como contra cualquier rival. Los pelotaris no tenemos secretos. Nos conocemos bien. Altuna está a gran nivel y juega mucho”.

Otro de los argumentos que flotan en el aire del Astelena, de nuevo, y como lugar común, está la losa en la espalda del campeón. Urrutikoetxea tiene el título de 2015 en casa y considera que, por ello, no está más presionado. “No le doy vueltas. Ganar fue especial, porque no se consiguen txapelas todos los días. Pero eso ya lo ganamos y cada campeonato es un mundo. Esto es diferente. Todos tenemos el mismo objetivo: la txapela”, revela el zaratamoztarra, quien piensa que tampoco ha aumentado el listón propio en la competición: “Todos los pelotaris tenemos el mismo: la txapela, o llegar a la final. Por eso empezamos esto y solo llegan dos”.

En la acera contraria, a Altuna III, pelotari premiado por su operadora con la renovación hasta 2020, le acucian las mismas obsesiones: las incertidumbres del estreno. “No sé cómo estoy todavía. El primer partido genera dudas y es muy importante. Aun así, estoy bien y no voy a pensar en que pueda llegar un bajón después de todo el verano”, sentencia.