RÍO DE JANEIRO - España buscaba la redención ante Brasil en el Arena do Futuro. Mal adversario contra el que recuperarse de la derrota ante Noruega, un partido errático pero en el que no hubo un resultado demasiado abultado, el mal menor. Ante una compañera de baile peligrosísima, personificando su alma afilada en Ana Paula Rodrigues y Duda Amorim, las pupilas de Jorge Dueñas encontraron su propio yo. En la mirada en el espejo hubo sitio para el perdón y para poner los cuartos de final en el punto de mira.
En ese reflejo se vio la capacidad de sacrificio de una defensa que rozó la perfección en la primera mitad y cuajó una segunda muy buena. Se vio cómo Marta Mangué, la jugadora con más goles en la historia del combinado estatal, se vestía con el mono de trabajo para brillar atrás. Se vio a la navarra Nerea Pena marcando el camino en ataque, clarividente, incendio y extintor, demostrando una muñeca derecha privilegiada y una velocidad para armar el brazo imponente. Se vio a Silvia Navarro, entonadísima, acogotando a las brasileñas en el disparo desde seis y nueve metros. Se vio la mejor versión del combinado.
El faro en ataque fue la iruindarra Nerea Pena, pero el cimiento del triunfo, como ante Montenegro, volvió a estar en el 6-0 de la selección estatal. Con Lara González y Eli Chávez, las torres, ancladas en el centro, Ana Paula quedó desnortada. La intensidad en la factura defensiva quedó patente, también, en Mangué, que se mostró solidaria en la ayuda y supo parar a Amorim, zurda fina en la penetración y con pegada en el disparo exterior. En la neutralización de sus dos arietes se le rompió la brújula a Brasil, que sobrevivió en la segunda mitad con más entrañas que ideas, a base de arreones y de situaciones de superioridad por el excesivo celo a la hora de señalar exclusiones en el área española de los árbitros coreanos. No obstante, cuando se acercaba el final, tampoco les tembló el pulso a los asiáticos a la hora de penalizar la agresividad local.
La primera mitad del bloque de Jorge Dueñas fue perfecta. El siete inicial, con el cambio en ataque de Nerea Pena por Lara González, completó veinte minutos excepcionales. Los miedos eran Ana Paula, que quedó en nada, y Amorim, sin guía, que se peleó desafortunada. La exhibición asomó tras el 4-2, cuando Silvia Navarro ya sumaba tres paradas de nivel. A partir de ese instante, tras un tanto desde el doble pivote de la alavesa Eli Pinedo, con el punto de mira acertado, fue cuando carburó el bloque español. Sandy Cabral, desatada, fue excluida en el minuto 6, pero las brasileñas no supieron aprovecharlo. Un contraataque de Carmen Martín igualó y Eli Chávez, a pase filtrado por Mangué, puso la primera diferencia. Desde entonces, el mando fue visitante. Navarro siguió con el festival en meta, y llegó a alcanzar el 60% de efectividad. Una locura. Se escaparon las de Dueñas desde el 5-7 hasta el 6-11.
La agresividad defensiva tuvo premio y la fluidez en ataque terminó por dejar a Brasil madura al término del primer tiempo con un 12-15 que maquilló Denoise con un par de penetraciones. Tras el paso por el vestuario, la fortaleza defensiva siguió siendo el leitmotiv de España. Era la asignatura pendiente del bloque después del roto que causó Noruega a las españolas en el repliegue. Pues bien, aprendida la lección, la sombra de las de Dueñas creció inexorablemente. Silvia Navarro fue gigantesca y Pena mostró su brazo derecho. El bloque español se estiró hasta el 13-17 y 15-19, alcanzado en inferioridad numérica.
Una caldera Después del inicio de segunda mitad ciertamente tímido del conjunto de Brasil, el Arena do Futuro se convirtió en una caldera. Se contagiaron las cariocas, cuya única baza era imprimir cemento a la defensa. Las exclusiones les dieron alas y rumiaron la diferencia en el marcado con una estelar Fernanda, desde el extremo y los siete metros. Ana Paula, por su parte, era una anarquista sin causa, ahogada, peleada con todas y consigo misma. En los últimos diez minutos, no obstante, dos exclusiones consecutivas de Chávez y Mangué alertaron de problemas a la defensa española. Con cuatro jugadoras y el luminoso 22-25, hubo conato de revolución (24-25). Salió la incisiva Macarena Aguilar para devolver la cordura y el rumbo a cuartos (24-29).