PAU - El romance de Miguel Indurain con el Tour de Francia llegó a su fin el 6 de julio de 1996 en las rampas de Les Arcs. Allí dijo adiós a toda opción de escribir su nombre en mayúsculas en la historia del ciclismo como el único corredor capaz de conquistar la República en seis ocasiones. De aquel cruel final han pasado 20 años, pero cinco antes, en 1991, el navarro quedó prendado por completo de la prueba. Abrazado al amarillo de líder tras la décimo tercera etapa de la edición de 1991, Miguel se convirtió en Miguelón. El ciclista del Banesto ya conocía el Tour, era un veterano con seis participaciones en sus piernas y dos triunfos de etapa. Pero sus mayores gestas estaban aún por escribirse. La ronda gala de aquel año partió de Lyon el 6 de julio; el 19, tras una auténtica exhibición en la etapa reina, un recorrido rompepiernas de 231 kilómetros entre Jaca y Val Louron, Indurain vistió por primera vez el maillot de líder, del que no se separaría en un lustro. Hoy, en la octava etapa del presente Tour, la serpiente multicolor volverá a ascender la cima en la que Miguelón se enfundó por primera vez el jersey de líder.

Un acto de locura, un descenso kamikaze del Tourmalet y el posterior pacto con el diablo, Claudio Chiapucci, le condujeron hacia su primer liderato del Tour en una edición a la que acudió con galones, aunque compartidos. El navarro, fiel escudero de Pedro Delgado en el triunfo de este en la edición de 1988, se presentó en la línea de salida como uno de los líderes del equipo. El entonces director del Banesto, Juan Miguel Echavarri, incapaz de decantarse por alguno de sus pupilos, dejó que la elección fuera una cuestión de selección natural, que fuesen las fuerzas de cada uno las que pusieran a cada uno en carrera y fue el más joven de los dos quien terminó llevándose el gato al agua.

El primer aviso del navarro llegó tras una soberbia actuación en la contrarreloj de octava etapa. Voló sobre los 73 kilómetros Argentan de Alençon y selló su tercer triunfo de etapa. Pero su gran exhibición estaba aún por llegar. No tardó demasiados días, eso sí. El 19 de julio de 1991, bajo un sol infernal, Indurain dio un golpe sobre la mesa.

Aquel día se disputó la etapa reina, en la que el pelotón subió el Portalet (2ª), el Aubisque (HC), el Tourmalet (HC) y Aspin (2ª) camino de las rampas de Val Louron (1ª), a donde llegaron en solitario el corredor del Banesto y Chiapucci, quienes a medio centenar de kilómetros para la meta habían pactado cómo sería el final: victoria para el italiano y liderato para Indurain. Alegría compartida.

Ambos tuvieron motivos para celebrar. El diablo, porque obtuvo su primera victoria de etapa en la ronda gala y se aupó hasta la cuarta posición en la clasificación general -finalizó en tercera posición la carrera y ganó además el maillot de la montaña y el trofeo de la combatividad-. El navarro, además de enfundarse el jersey de líder por primera vez, inició en ese momento una tiranía que llegó a su fin tras una inesperada pájara camino de Les Arcs.

una brillante locura La gesta de aquella calurosa tarde del 6 de julio de 1991 no se entendería sin la pericia y la locura de Indurain, que aprovechó un pequeño impasse tras coronar el Tourmalet para lanzarse a tumba abierta. Un acto brillante, loco, de una persona muy cuerda. Mientras el resto de favoritos, entre los que ya no se encontraban Greg Lemond o Pedro Delgado, superados por las exigentes rampas del coloso pirenaico, cogían bidones y se cubrían con periódicos para afrontar el descenso, Miguelón no se lo pensó dos veces. Así lo recuerda el navarro: “Todos se pusieron a coger periódicos, ropa, bidones de agua y alimento. Yo no paré y me tiré para abajo: El que quiera, que venga, me dije a mí mismo. No sé que harían los de detrás, pero yo bajé a tope, comiendo las hierbas de la cunetas. Hasta pasé al coche de la organización que abre carrera”. Varios kilómetros después ralentizó el ritmo, esperó a Chiapucci, que también se escapó, y juntos rodaron hacia la gloria. Hoy, el Tour volverá a recorrer parte de aquella etapa y subirá Val Louron, el Col de Indurain.