ZARATAMO - Aitzol Atutxa es nacido en el año 1988 y Mikel Urrutikoetxea, en el 1989. Ambos han traído las txapelas más importantes de la aizkora y la mano profesional, respectivamente, a Bizkaia después de muchos años de sequía. El dimarra puso una pica en Flandes con su victoria, siendo el único de Bizkaia triunfador en el torneo de Euskal Herria y tiene ya dos y el de Zaratamo recuperó un título olvidado. Hoy, Atutxa II disputa la final de la Urrezko Aizkora en Azpeitia, el único título que no ha ganado, y Urrutikoetxea aspira mañana a seguir los pasos de Aitzol para buscar su segundo cetro de la modalidad reina de su disciplina en el Bizkaia de Bilbao. Muchas coincidencias.

Viven casi trayectorias paralelas.

-Aitzol Atutxa: Tenemos relación desde hace tiempo y antes de conseguir ninguna de los dos las txapelas íbamos hablando de que si seguíamos así podían llegar. Recuerdo que yo la gané en 2014 con 26 años y el curso siguiente lo hizo Mikel con 26 también. Hay bastante paralelismo.

-Mikel Urrutikoetxea: Tal y como cuenta Aitzol, lo hemos conseguido poco a poco. A mí me costó hacerme al mundo profesional. Los últimos años he estado disfrutando. Más que nada, necesitaba estos resultados para convencerme a mí mismo y seguir trabajando. Cuando se consigue una txapela, se trabaja con otra ilusión.

-A. A.: En general, en cualquier trabajo o deporte, siempre los resultados engrasan la maquinaria. Siempre se hace más fácil trabajar, motivarte, entrenar. Ayudan a todo. Es lo que dice Mikel. Vas escalando y mejorando. Cuando te estancas lo pasas peor. Él lo pasó mal en el cambio a profesionales, como dice.

Veían que iba a llegar el momento.

-A. A.: Los dos teníamos una trayectoria positiva en las categorías inferiores y siempre queda dar el salto, que no se suele suceder en todos los casos. En el nuestro, ha salido. Comentábamos que podría ser. Y, al final, fueron las dos txapelas con 26 años. ¡Qué casualidad!

-M. U.: Sí. Son momentos muy especiales. Si vienen más, todas son especiales, pero la primera la que más. Es algo muy bonito que hemos conseguido los dos y ojalá sigamos así.

Son los dos vizcaínos que trajeron las txapelas más importantes de sus disciplinas a Bizkaia. En el caso de Mikel, 38 años después del último Manomanista, y en el de Atutxa, siendo el primero en coronarse.

-M. U.: Hacía muchos años que un vizcaíno no conseguía un título del Manomanista. Era algo especial para todos los aficionados a la pelota, pero, sobre todo, para los niños. Que tengan un referente, alguien al que seguir y que esté cerca crea ilusión. Aitzol, por su parte, trajo la primera a Bizkaia. Eso es algo muy positivo. De aquí en adelante, traerá muchas más.

-A. A.: En todos los deportes necesitamos un referente, un líder, que marque el camino y el deseo de muchos niños. Estamos hablando de dos deportes prácticamente dominados por navarros. En mi caso, mis dos finales de Euskal Herria han sido las únicas dos sin navarros y que ha ganado un vizcaíno. Los navarros se quedan fuera después de muchos años y hay que tenerlo en cuenta. Lo de Mikel sí que funciona para que las escuelas que están en marcha crezcan y esperamos que lo mío sirva para crear una afición que estaba muerta, que no existía y a ver si nace. A ver si las hormiguitas comenzamos a hacer nuestra labor.

Hablan de referentes. ¿Se sienten así y, por tanto, tienen una responsabilidad?

-M. U.: Yo no le doy vueltas. Yo trato de hacer las cosas lo mejor posible y habrá momentos buenos y momentos malos. Los buenos hay que aprovecharlos. En el club de Zaratamo, los chavales cuando voy yo andan con más ilusión y entrenan de otra forma. Eso me alegra. Que ellos tengan ilusión es positivo.

-A. A.: Nos podemos sentir referentes, porque así lo es. No obstante, no me incumbe la presión por serlo. Es algo que me ilusiona y me da fuerza. Sí que la gente te pide consejos y te para. Por ejemplo, en Ordizia una chica cortó con el hacha y en Arratia cortaron niños, ellos te miran y te piden consejos. Eso da fuerza para seguir adelante.

-M. U.: Eso ayuda a continuar.

-A. A.: Engrasa también la maquinaria. No siempre ayudan las mismas cosas. Esto, que es nuevo para nosotros, es bonito. Quizás cuando tengamos la edad de Olaizola II o de Nazabal ya nos habrán pasado doscientos chavales por al lado y estaremos más acostumbrados. Pero, en principio, que pase ahora, con gente de tu pueblo, de tu zona, ayuda. Dentro de veinte años, necesitaremos otras cosas para generar ilusión.

-M. U.: Seas un referente o no, lo que tienes es que dar ejemplo.

Es decir, ser referente en cómo haces las cosas y en cómo eres como persona.

-M. U.: Sí. Cuando vengo al club, intento jugar con ellos, ayudar en lo que puedo, estar con los chavales, jugar con ellos. Fuera de horas del club, si me acerco, están jugando a pelota y me gusta verles y estar ahí.

Volviendo al tema de las txapelas, es importante ganar la primera para subir peldaños uno mismo, creértelo, ¿no?

-A. A.: Yo tengo dos, pero en caso de la Urrezko Aizkora he llegado a la final desde 2011 hasta este año, es mi sexta final, y no he ganado nunca, siempre he quedado segundo. Es importante la primera, porque te quedas con ganas. El título de Euskadi, la final grande, me vino de sopetón, porque había otros favoritos. Nazabal no se presentó, se disputó en Beasain, casa del que era campeón Azurmendi, y la gané yo. A Mikel se le dio la casualidad de que hubo un cambalache en el que llegó a la final sin comerlo ni beberlo y la ganó. Eso sí, en mi segunda final, en Basauri, sí que entraba en los carteles de favoritos y la conseguí más cómodo. Disfruté.

-M. U.: La primera es importante. Pero también es especial. Tienes otra confianza y comienzas a creértelo un poco más. Te das cuenta que puedes ganar a Aimar e Irujo, que antes era impensable que nadie les pudiera quitar las txapelas. Cuando se gana la segunda, es igual de especial o más. Eso quiere decir que sigues al mismo nivel y que la primera no es por casualidad. Dicen que llegar es fácil, pero mantenerse es más complicado.

-A. A.: Para mí es la consagración. No para uno mismo, porque siempre quedan dudas. Pero sí para la gente del mundillo del deporte. Dos ya no son casualidad, es una realidad, la consagración. Te lo crees y se lo haces creer a los demás. Eso no quiere decir que no haya dos sin tres. Tenemos otro paralelismo además en este aspecto, que dicen que nos queda cuerda para rato. “¿Quién les va a quitar?”, comentaban. En los dos casos nos está pasando lo mismo: en la final del Manomanista hay un chaval joven, por el que hace tres meses no se daba nada y ahora tiene el papel de favorito y, en mi caso, Iker Vicente ganó el Navarro y este año está en Primera y es una incógnita de verdad. Parecía que quedaba cuerda para rato, pero la realidad es que salen rivales de debajo de las piedras.

-M. U.: Los dos se llaman Iker, además.

Este tipo de deportistas llegan muy jóvenes a la élite, los medios de comunicación se le da mucho bombo. ¿Corremos demasiado?

-A. A.: Al igual que en nuestros caso. Muchas veces por esa sensibilidad por buscar público. Se corre y, por correr mucho, muchas veces no se acierta y nos encontramos con la promesa eterna. En nuestros deportes quizás no pasa tanto. No creo que Mikel no llegue a más finales ni que Iker no alcance más. En otros deportes de grupo, se abusa mucho más. Son dos promesas, pero se puede escribir mucho de los dos Iker, tanto de Irribarria como de Vicente, que llegarán lejos.

-M. U.: Has dado en el clavo.

¿Les ha cambiado la vida después de ganar o qué ha cambiado a su alrededor?

-M. U.: Todo lo hacen los medios. Cuando llegas a una final, se habla más de ella. En las dos semanas de final se habla mucho. Por tanto, quieras o no, la gente te ve más. Así, te das cuenta de que la gente se fija en ti. A mí, personalmente, no me ha cambiado la vida, pero sí que notas que la gente te conoce más por la prensa.

-A. A.: Sí que lo notas alrededor. Muchas veces te tienes que cortar de hacer algunas cosas, porque la gente te ve y te reconoce. En ese sentido, tampoco somos futbolistas. Como persona, no cambias en lo que haces, pero sí te cambia la cabeza. Tienes más moral, más fuerza y te lo crees un poco más. Seguro que Mikel tiene más fuerza ahora, si antes era cabezón, ahora lo es más. Le habrá servido para crecer como deportista.

¿Los rivales les ven distintos?

-M. U.: No creo. Todos nos conocemos mucho dentro del mundo de la pelota a mano y jugamos muchas veces en contra y juntos. Coincidimos mucho.

-A. A.: Bajo mi parecer, no cambia cómo te ven, pero saben que eres el campeón por lo que juegas o por lo que cortas. Te ven que has crecido, que no eres el mismo que al que ganaron hace dos años. Aquel no tiene que ver con el de ahora. Eres el peligro.

¿Y cómo llevan lidiar con el favoritismo?

-M. U.: Siempre tienes cierto nerviosismo. Cierta tensión. Yo empecé este campeonato así. No sabía cómo me iba a encontrar en cada partido. Al ser el campeón del año anterior tienes que demostrar que no es una casualidad. Siempre vas con esos nervios de querer mantener la camiseta roja. Son partidos muy difíciles. Te viene un rival rodado, con confianza, con tiempo para preparar y yo no quería fallar. Es una presión añadida.

-A. A.: En algunos momentos tienes esa presión. En otros, te ayuda. Siempre hay que saber cuándo ayuda y cuándo hace daño. Muchas veces, por ese favoritismo, como me pasa en la Urrezko Aizkora, en la que he ido los últimos tres años de favorito y no he ganado, parece que el palo es más grande y que se acaba el mundo. No tiene nada que ver. Si no es hoy, será mañana. Si eres favorito, no vas a ganar siempre, y si no lo eres, alguna vez vas a ganar. La cátedra no acierta siempre.

Llevan años en el mundo del deporte profesional. ¿Las derrotas saben distintas o duelen menos?

-M. U.: Las derrotas siempre duelen.

-A. A.: Siempre. Muchas veces las derrotas del principio las tienes asimiladas. Las de después, con la etiqueta de favorito, duelen. Te planteas las razones de esa derrota, pero no siempre se puede ganar.

-M. U.: Cuando pierdes, siempre te duele. A todos los deportistas nos pasa. A medida que pasan las horas, le vas quitando importancia.

¿El mejor competidor es aquel que olvida pronto las derrotas?

-A. A.: El mejor no es el que se olvida, sino el que se levanta. No hay que olvidarlas, porque de ellas se aprende. Mejor aprender ganando, pero de las derrotas se aprende. Siempre hay que levantarse y tener esa capacidad. Hay que dar otro paso y pasar página. Pero siempre teniéndola ahí, para volver a leerla cuando la necesitas.

-M. U.: Lo comparto al cien por cien. Lo analizas y piensas en que algo habrás hecho bien.

Se juegan este fin de semana dos txapelas, Aitzol la Urrezko Aizkora hoy en Azpeitia y Mikel mañana el Manomanista. ¿Qué consejo se darían el uno al otro?

-M. U.: Para mí, Aitzol es el mejor. Si tiene suerte, seguirá siéndolo muchos años. Ojalá que sea así. Si hace su trabajo, tendrá muchas opciones. Consejos no le puedo dar, porque él sabe qué tiene que hacer.

-A. A.: Es una final que tengo metida entre ceja y ceja. En las últimas cinco he quedado segundo.

-M. U.: Los consejos, al final, mejor que él nadie los va a saber. Hay que valorar los consejos de la gente que se ha dedicado durante mucho tiempo a esa actividad. Con los de la calle hay que tener cuidado. Pero, yo a Aitzol le deseo buena suerte.

-A. A.: Y para ti. Hasta el final a por la txapela, que se puede conseguir.