Descorchada la burbujeante y espumosa primera semana del Giro, la más hosca para Mikel Landa por aquello de las dos cronos, -la inaugural de Apeldoorn, compacta, explosiva y veloz, y la de Chianti, altanera, larga y amenazadora- y la ascensión a Roccaraso, -una montaña para esprintar debido a su fisionomía: aplanada y tendida-, sonríe el murgiarra. Descontadas tres jornadas que le provocaban desvelo y cierto recelo, Mikel Landa se asoma a la barandilla de las dos próximas semanas de la carrera italiana con el entusiasmo tatuado en cada centímetro de piel. Su situación en la clasificación, a escasas pulgadas de Nibali y Valverde, sus máximos competidores, conceden bienestar al murgiarra, que no esperaba que le fuera tan bien en el telón del primer tercio del Giro. “En este momento estoy en una posición mejor de la que esperaba, con los favoritos a menos de un minuto”, subrayó el alavés, hamacado en la dicha, en el día de descanso a través de la web del Sky.

Sus mejoradísimas prestaciones en la crono, la modalidad que más le castigaba en la tabla de tiempos, han contribuido al gran salto de calidad de Landa, que ha dejado en el retrovisor del olvido aquellas actuaciones que laminaban sus opciones, donde cada crono era una invitación al abismo. Reeducado para la esgrima con el reloj, Landa salta en la cama elástica de la alegría después de un invierno refugiado en el proceso de mejora que comenzó el día del cumpleaños de Landa. Una fecha inolvidable para el arcano de la memoria. “Recuerdo que tuvimos un día muy difícil trabajando mi posición contrarreloj en Mallorca. Estuvimos en la pista durante unas seis o siete horas en mi cumpleaños. Normalmente, ese es un día en el que normalmente quieres tener tu tiempo, pero en cambio fue de duro trabajo. Pero es bueno que muchos meses más tarde tenga un regalo como este”, expuso el alavés.

el hito de chianti El presente del que habló Mikel, que también estrenó bicicleta, otro regalo, fue su despliegue en la crono de Chianti. “Por supuesto que es una de mis mejores actuaciones de siempre. Nunca había hecho una contrarreloj como esta antes. Estaba muy motivado, junto con la nueva bici y el apoyo de todo el equipo. Trabajamos mucho durante el invierno y ahora hemos podido conseguir este resultado”, describió Landa sobre una actuación inopinada para el murgiarra, que acabó puerta con puerta con Nibali y Valverde. El italiano le agregó solo siete segundos y fue cuatro segundos mejor que Valverde. Un hito para Landa. Un respingo. “Pensé que después de la contrarreloj podría haber mayores diferencias. Pero si nos fijamos en la clasificación general, estamos todos muy cerca”, estableció el alavés el día de reposo, antes de adentrarse en las montañas, en su edén. El paraíso de Landa no es el spa de una isla, el murgiarra prefiere las cumbres escarpadas, agrestes y salvajes, donde expresarse en libertad, sin grilletes. “Tengo que estar feliz porque ahora empieza la mejor parte del Giro para mí. Soy muy optimista de cara a las siguientes etapas”. No esconde Landa su dicha porque los cálculos previos a la carrera le colocaban en una habitación más oscura. “En los últimos días no me he sentido siempre muy bien, por lo que estar tranquilo y tomarte las cosas con calma ha sido realmente importante. Me ha ayudado a llegar a este punto con solo veinte o cuarenta segundos perdidos respecto a los mejores”. Por eso el próximo paisaje que aguarda ilusiona a Landa, dispuesto al asalto. “Con las subidas que vienen en la segunda semana es el momento de tratar de hacer una diferencia. Es el mejor terreno para mí. Si las sensaciones son tan buenas como las que tuve en la contrarreloj, esperamos coger tiempo”, sostuvo el murgiarra sobre su latifundio. Hoy observa Sestola, un puerto de tercera que culmina una etapa con dos cotas de tercera y una de primera. El viernes gravita una jornada de cuatro cotas. Montemaggiore (1ª), Crai (2ª), Cima Porzus (1ª) y Valle (2º) antes de acceder a Cividale del Friuli. El sábado el festín de Los Dolomitas entre Alpago y Corvara que concentra seis cumbres, los passos Pordoi, Sella, Gardena, Campolongo, Giau y Valparola apretados en cien kilómetros de 210. Un muro de cuatro kilómetros, con rampas que alcanzan el 19%, antes de meta será la última frontera de un día que acumula 5.000 metros de desnivel. Todo eso antes de la cronoescalada de diez kilómetros a Alpe di Siusi del domingo. Lo festeja Landa, vestido de optimismo.