más probable que no probable”. Es la tibia expresión con la que en Estados Unidos quieren decir que saben que eres culpable de algo pero no tienen una prueba decente que lo demuestre. Con esa fórmula, la Liga de Fútbol Americano (NFL) lanzó sobre Tom Brady, la estrella de los Patriots de Nueva Inglaterra, una sanción de cuatro partidos. Además, la franquicia que ganó la pasada Super Bowl, debía afrontar la mayor sanción jamás impuesta a un equipo de fútbol americano: un millón de dólares de multa y la pérdida de su selección en la primera ronda del draft de 2016 y de su selección en la cuarta ronda del draft de 2017. Todo ello por ser “más probable que no probable” que Tom Brady, considerado el mejor quarterback de todos los tiempos, fuese consciente de que, en la final de conferencia de la pasada temporada contra los Colts de Indianápolis, dos auxiliares del club desinflaron los balones por debajo del rango de presión establecido en el reglamento. Aquel partido se disputó el pasado 18 de enero y desde entonces el caso se ha convertido en un culebrón mediático como no se recordaba en el país desde el juicio de O. J. Simpson o el affaire Clinton-Lewinsky.
Hoy arranca la nueva temporada, precisamente con un partido entre los Patriots y los Steelers de Pittsburgh, y hasta el jueves de la semana pasada no se supo si finalmente Tom Brady podría ser o no de la partida.
el día del delito El año pasado los Patriots de Nueva Inglaterra cumplieron con todos los pronósticos que les situaban como favoritos al título. Guiados por el entrenador Bill Belichick, se pasearon por la liga regular firmando un 12-4 que les llevó a liderar su conferencia. Después dejaron en la cuneta a los Baltimore Ravens con un reñido 35-31 y alcanzaron la final de la Conferencia AFC en la que esperaba Indianápolis.
En la primera mitad los Patriots lograron una ventaja de 17-7, pero fue entonces cuando saltaron las primeras alarmas. Los Colts se quejaron al grupo arbitral porque, según ellos, los balones utilizados por sus rivales estaban desinflados. En todos los partidos cada equipo entrega a los árbitros una docena de balones, que serán los que utilicen en sus jugadas de ataque. Los cebras se encargan de comprobar su estado y, entre otras cosas, se cercioran de que estén correctamente inflados. Concretamente, tienen que tener entre 12,5 y 13,5 libras de aire por pulgada cuadrada (psi), pero en el descanso de aquel partido se comprobó, al parecer, que once de los doce balones de los Patriots solo tenían 11,5 psi. Los balones se inflaron hasta la medida reglamentaria y en la segunda mitad los Patriots endosaron un 28-0 a los Colts que les metió de lleno en la Super Bowl de dos semanas después contra los Seahawks de Seattle, de la cual saldrían también victoriosos.
Al día siguiente del partido la NFL anunció que estaba investigando lo que había pasado con los balones. En jornadas posteriores, tanto el propietario de los Patriots, como el entrenador del equipo y como el propio Tom Brady, sobre quien parecían estar puestas las sospechas, salieron a la palestra restándole importancia al asunto, pero la prensa, con un parón de dos semanas hasta la disputa de la gran final, encontró en el incidente de los balones la ocasión perfecta para crear un escándalo.
Hay que tener en cuenta que los Patriots son algo así como el Real Madrid del fútbol americano. Con la de 2015 suman cuatro Super Bowls ganadas, todas ellas en el Siglo XXI, y Tom Brady es considerado (con permiso de Joe Montana) el mejor quarterback de la historia. Pero en la NFL no ocurre como en la Liga de fútbol española, en la que Real Madrid y Barcelona son quienes cortan el bacalao y hacen y deshacen a su antojo. Los 32 equipos de la NFL tienen el mismo poder y, si se presenta la oportunidad de hacer cosquillas a uno de sus equipos más potentes deportivamente, no faltan enemigos entre las franquicias o entre la prensa dispuestos a sacar los cañones.
El 23 de enero la NFL anunció que el abogado Ted Wells dirigiría la exhaustiva investigación del que ya se había bautizado como el Deflategate, un juego de palabras entre deflate (desinflado) y el Watergate, el escándalo que tumbó al presidente Nixon. En las siguientes semanas comenzaron a surgir datos y versiones de todo tipo. Mientras la NFL informaba de que tenía vídeos de empleados de los Patriots que podían haber sido los encargados de desinflar los balones, se debatía sobre el motivo por el cuál querría alguien desinflar los balones un solo psi. En principio, un balón más desinflado sería más fácil de agarrar por parte del quarterback o de los receptores, sobre todo en los días lluviosos. Este supuesto beneficio ponía a Tom Brady en el ojo del huracán. Acusar de trampas a Brady es poner en duda al jugador de fútbol americano más admirado, al deseado por las mujeres y al envidiado por los hombres (está casado con la modelo Gisele Bündchen).
el informe wells Brady y los Patriots se declararon inocentes y se prestaron a colaborar cuanto fuese necesario para esclarecer lo sucedido. El jugador declaró durante horas ante los investigadores, pero nada sirvió para diluir las sospechas. El 6 de mayo Wells hizo público su informe. Según este documento Brady se comunicaba a través de mensajes de texto con los empleados acusados de desinflar los balones y, aunque no tenía ninguna prueba de que fuese Tom Brady quien diese la orden de desinflar los balones de aquel partido, “era más probable que no probable” que fuese consciente de esta práctica. Cuatro días después la NFL se mostró implacable y puso sobre la mesa la sanción de cuatro partidos.
El jugador acudió al sindicato de jugadores (NFLPA) para protegerse y presentó una apelación. Diez horas más de declaración tampoco volvieron a servir de nada al jugador, por lo que el 28 de julio el comisionado de la NFL, Roger Goodell, anunció que se mantenía la sanción impuesta inicialmente. En esta medida tuvo gran peso la destrucción por parte de Tom Brady de su teléfono móvil, a través del cual el jugador llegó a realizar cerca de 10.000 mensajes de texto en los últimos cuatro meses. La NFL había solicitado toda la información electrónica que pudiese contener el teléfono, prometiendo que no haría públicos los datos que no estuviesen relacionados con el caso. Este hecho no hizo más que arrojar más incógnitas en el ya efervescente Deflategate: ¿De dónde demonios saca Gisele Bündchen la paciencia necesaria para seguir casada con un tipo que envía más de 80 mensajes de texto al día?
a los tribunales Tom Brady se negó a aceptar su culpabilidad y decidió dar un paso más en su pulso con la NFL acudiendo a los tribunales de justicia. Su maniobra, apoyada por la NFLPA, se cimentó en una cuestión mucho más amplia que ya poco tenía que ver con la presión del aire de un balón de fútbol. Ante el juez, el sindicato de jugadores alegaba que el comisionado de la NFL no tenía, según ellos, potestad para imponer sanciones a jugadores en virtud del acuerdo de negociación colectiva firmado entre la propia NFL y el sindicato de jugadores. Fue entonces cuando el culebrón del Deflategate llegó a las manos de Richard M. Berman, un juez del Tribunal Federal del Distrito de Manhattan.
Este buen hombre se propuso no llegar a un escenario en el que tuviese que dar un veredicto sobre el asunto e invitó a las dos partes implicadas a participar, durante el mes de agosto, en tres sesiones en las que intentar llegar a un acuerdo amistoso. Tanto Tom Brady como la NFL se negaron a renunciar a sus posturas iniciales. Al parecer, el jugador habría abierto la puerta a aceptar un único partido de sanción por no haber colaborado con la investigación de la NFL, pero se negaba a admitir una sanción por el desinflado de los balones. El juez, por su parte, se mostró muy exigente en estas reuniones con la NFL, a quien pedía una y otra vez que expusiese pruebas irrefutables de la culpabilidad de Brady.
Tras no llegar a ningún punto de encuentro, el jueves, por fin, Berman hizo pública su decisión. El juez decidió revocar la sanción de cuatro partidos a Tom Brady. En su resolución de 40 páginas no se pronunció sobre si el jugador manipuló los balones o no, sino que se centró en la cuestión de si el acuerdo de negociación colectiva entre NFL y el sindicato dio al comisionado Goodell la autoridad para llevar a cabo la suspensión. Entre las “deficiencias legales significativas” que encontró en los alegatos de la NFL, Berman apuntaba que el jugador no fue tratado de forma justa porque “la consciencia general de la mala conducta de los demás (esta es la única mención que hizo al juez sobre los empleados que desinflaron los balones) no fue suficiente para suspenderlo”. El mismo día que se conoció la decisión del juez, Roger Goodell anunció que sería apelada por la NFL.
Finalmente Tom Brady podrá estar hoy en el partido inaugural contra los Steelers, lo que hace más probable que no probable que Jimmy Garoppolo, el quarterback que le iba a suplir durante la sanción, no esté muy contento. Tendrá que esperar a que el jugador casi perfecto pida un descanso al entrenador para poder mandar algún mensaje de texto.