pamplona - Es tan vital despachando entrevistas como jugando a pelota. Juan Martínez de Irujo desvela un secreto y sus intenciones en un campeonato en el que estuvo a punto de no participar y en el que ha logrado alcanzar la final por octava ocasión, la tercera de forma consecutiva. Eso sí, busca una txapela que se le resiste desde 2010, el año en el que la ganó por última vez.
La primera pregunta es obligada: ¿Cómo tiene la zurda?
-Ahí está, entre algodones, pero espero que aguante todo el partido.
Con una txapela en juego, ¿duele menos?
-Entre comillas (risas). Sobre todo me acuerdo del día de Urrutikoetxea. Sufrí mucho con la mano. Cuando le daba a la pelota, me dolía, pero, cuando acababa el tanto, me acordaba de que podía jugar una final. Estoy dispuesto a morir por la mano.
Ha tenido tres semanas para recuperarse. ¿Tres mejor que dos?
-Por mí habría jugado este domingo pasado para acabar ya y empezar a curar la mano del todo. Cuanto antes acabe, antes saldré luego a jugar.
¿Pero no es mejor haber tenido una semana más de tiempo?
-Visto lo visto hasta ahora, da igual tres semanas que dos.
¿Cuánto tiempo lleva con la mano izquierda en mal estado?
-Desde Carnavales.
¿Cómo aguanta?
-He probado de todo. En el fondo aguantas porque estás jugando campeonatos. Si me hubiera pasado en festivales sin más, no habría jugado. Pero estoy metido en la pomada en todos los campeonatos y siempre quieres seguir. Los deportistas somos así, nos tienen que frenar más que frenarnos nosotros por nuestra propia voluntad. Ahora no queda otra que acabar y parar porque sí.
¿Alguien le ha sugerido parar durante este tiempo?
-En casa sí. Incluso estuve a punto de no jugar el Manomanista, pero a los deportistas nos tira tanto la competición... Mi pareja y mis padres sí que me dicen que no juegue. Lo que buscan es que estés bien. Poco faltó para no jugar el mano a mano, pero mal habría hecho si hubiera parado: me habría quedado sin jugar esta final.
Y después de la final, vacaciones.
-Más que todo para curarme, porque, si no, habría jugado en Sanfermines otra vez. Me da mucha pena perderme esta feria, pero hay que parar porque estando así no puedes salir a la cancha. No me iba a aguantar la mano jugando un partido tras otro. Para estar sufriendo así es mejor parar.
¿Vacaciones necesarias?
-Sí, pero me gustaría irme de vacaciones con la mano bien. Al final estamos todos equivocados, las empresas y nosotros. Las empresas porque nos exigen que juguemos y nosotros porque no queremos parar. Nos tendrían que dar vacaciones 15 días al año.
¿Vacaciones merecidas?
-Todo el mundo se las merece. Todo el mundo hace lo que puede, todo el mundo quiere ganar y, aunque unas veces se gana y otras se pierde, todo el mundo se esfuerza.
Será raro no verle en la Feria de San Fermín.
-Creo que, salvo un año que me rompí el dorsal en la semifinal del Cuatro y Medio Navarro contra Barriola y no pude jugarla, no me he perdido ni una desde que soy profesional.
Es usted un sanferminero confeso. Al menos, las vacaciones le permitirán disfrutar de la fiesta, ¿no?
-Disfrutaré, pero no es lo mismo. Uno cuando disfruta de verdad es cuando está bien. Disfrutaré lo que no he podido disfrutar otros años, pero es mejor disfrutar dentro y fuera de la cancha. Cuando estás en el torneo hay tiempo para todo, para disfrutar y para jugar.
¿Qué le parece la entrada de caras nuevas en la Feria?
-Es bueno que entre gente joven, pero, siendo un poco egoísta, cuanto más tarden en entrar, mejor para nosotros (risas).
También será rara una final del mano a mano sin Aimar.
-Pero así es el deporte. Es complicado para todos llegar a las finales. Parece que lo normal es que lleguemos Aimar y yo, pero cuesta muchísimo y al final llega quien más se lo merece y quien más se lo ha currado. Cuenta todo: entrenar bien, tener suerte, no tener lesiones... Todo suma.
Su rival en la final va a ser Julen Retegi. ¿Por méritos propios?
-Pero como todos. Si gano yo, me mereceré la txapela; y si gana Julen, pues se la merecerá él. Esto no solo ocurre en la pelota, también pasa en todos los deportes.
¿Se ha enfrentado alguna vez con él mano a mano?
-No. Alguna vez hemos entrenado juntos, pero jugar nunca.
¿Qué partido espera?
-Un partido duro. Julen es un pelotari que coge mucha altura con la pelota y goza bien con las dos manos. Igual no tiene tanto golpe como otros ni es tan agresivo, pero hace todo bien. Por ejemplo, echa muy bien la dejada. La mayor diferencia que le he visto ha sido el físico. Otros años aguantaba medio partido o poco más y este año está jugando a tope. Julen está fuerte y ese es el mayor cambio que le he notado, que llega muy entero al tanto 22.
¿No cree que también ha mejorado en el aspecto mental?
-Sí, pero eso suele pasar cuando estás en una dinámica positiva. Mientras vayas ganando y vayas para adelante, las cosas van bien. Pero, cuando vas por debajo en el marcador, en el mano a mano cuesta darle la vuelta.
Juegan en el Atano III de San Sebastián. ¿Qué le dice este frontón?
-Allí he hecho buenos y malos partidos. Quitando el Labrit, que es el frontón que más me gusta, es uno de los que también me va bien y que me gusta porque la gente está muy cerca.
¿Es consciente de que defiende el honor de los treintañeros?
-Tampoco es eso. Todavía me siento con ganas de entrenar, de llegar arriba y de seguir ganando. Ahora los jóvenes nos tienen que echar y nosotros lo que tenemos que hacer es aguantar el mayor tiempo posible, pero es ley de vida. Vas cumpliendo años, te falla la fuerza y los jóvenes... Menudos cuerpos tienen todos, son todos grandes y fuertes y a fuerza ya nos ganan.
Recalca que las dos últimas finales a las que ha llegado son las que más ilusión le hacen. ¿Por qué?
-La final más importante es siempre la que vas a jugar porque lo demás ya está pasado. Lo que ocurre es que la del Cuatro y Medio la jugué con el dedo roto; la del Parejas, sin jugar el primer partido de la liguilla de semifinales; y ahora, llegar así, con la mano izquierda de esta manera... Quiero ganar como sea. Me apetece ganar más que otras veces.
¿Las lesiones son lo peor que le ha pasado?
-Sin duda. Te hacen dar muchas vueltas a la cabeza porque no puedes jugar o porque tienes que dar muchas vueltas para poder jugar.
Sobre todo las de las manos, ¿no?
-Sí, porque es un tema que no está estudiado. Cada uno dice una cosa y la gente que se preocupa por las manos bastante hace porque intenta averiguar el porqué sin medios ni nada.
¿Se ha vuelto muy loco con este asunto?
-Este año sí, pero ahora estoy más tranquilo porque estoy yendo al frontón a hacer manos y luego toca hielo, antiinflamatorios y reposo.
¿Cuánto tiempo necesita para recuperarse?
-No lo sé. Si tengo que estar dos meses parado, estaré dos meses. No voy a arriesgarme a salir a la cancha otra vez sin garantías. Me jodería un montón perderme el verano, pero curar la mano es lo primero para volver a jugar.
Con Julen le espera una final de muchos pelotazos.
-Por estadística sí, pero a ver si le puedo romper antes y son menos pelotazos. Pero si hay que dar 300 o 400 pelotazos, estoy preparado. Me estoy machacando todos los días para estar bien y confío en aguantar todo el partido.
¿Puede contar su mayor experiencia?
-Creo que sí. A mi la primera final me pesó muchísimo. A todo el mundo le afecta. Su padre (Julián Retegi) le puede ayudar un poco, pero la experiencia en finales creo que también se nota.