¿Llegan saturados de partidos y sobrados de esfuerzos los futbolistas del Real Madrid y del Barcelona a este mundial? ¿Les está pasando factura el haber competido por títulos hasta hace apenas tres semanas? A tenor de las goleadas encajadas por dos de las selecciones que más futbolistas de ambos clubes pusieron en su once inicial, parece que sí. Tanto España como Portugal se han llevado los varapalos más fuertes -bordeando el ridículo futbolístico-, impensables en las vísperas del torneo pese a la entidad de sus rivales, Holanda y Alemania.

Con ocho futbolistas merengues (3) y azulgrana (5) en el equipo inicial, la selección de Del Bosque se desmoronó en la segunda parte como un castillo de naipes, llevando a la Roja a ser un equipo irreconocible. Tampoco es descabellado pensar que si el propio Barcelona ha sufrido durante la temporada cierta confusión en su estilo de juego, esa sensación se transmita también a un conjunto que ha crecido y ha ganado títulos bajo el paraguas de la filosofía guardiolista. En cuanto a los merengues, Xabi Alonso ya estaba físicamente justo, Casillas ha vivido en la anormalidad decretada en su día por Mourinho y lo único incomprensible es lo de Ramos, un tipo pletórico hace solo cuatro días.

Igual de sintomática es la goleada de Alemania a Portugal, con un Pepe desquiciado (esto es más frecuente), Coentrao que cayó víctima de lesión muscular y Cristiano desaparecido. Ni siquiera se salva, pese a la victoria, Argentina, dominada por Bosnia en muchas fases del partido, entregada a la inspiración de Messi, pero con una pobre aportación de Mascherano y Di María. Si hasta Marcelo marcó gol en propia puerta con Brasil... Sea por lo que fuere, el fútbol pide a gritos un calendario más racional.