RÍO DE JANEIRO. Pocos recintos pueden contar con la mística que inspira el estadio carioca y, probablemente ninguno, se ha convertido en una referencia mundial gracias a una derrota, a la depresión colectiva que provocó la victoria de Uruguay sobre Brasil en el Mundial de 1950, que pasó a conocerse como el "maracanazo".

Hoy, un día después de que el estadio viviese un momento histórico, convertido en una fiesta argentina, desbordado por los colores albicelestes y los cánticos en apoyo a Lionel Messi, la FIFA ha querido festejar el 64 aniversario del estadio junto al máximo goleador histórico, Arthur Antunes Coimbra "Zico".

Nadie como Zico se sintió tan cómodo en este estadio, al que ya acudía como niño. "Mi vida, desde niño, está unida a este estadio. Recuerdo mucho que en 1963, con 10 años, asistí a la decisión del título entre el Flamengo y el Fluminense, con un récord de público de 177.000 espectadores. Recuerdo lo que me impresionó subir en el elevador hasta el sexto piso. Ver todos esos colores. Nunca lo olvidaré y fue una extraordinaria alegría porque el Flamengo fue campeón".

No todos esos recuerdos infantiles son tan agradables. "Tres años antes, el Botafogo nos ganó el título con tres goles de Garrincha. Nunca me imaginé que yo haría historia en él", recuerda.

Un estadio mítico, que no ha sido ajeno a la polémica, ni cuando se construyó, en 667 días para el Mundial de 1950, ni con la última remodelación, con el "lifting" que le hicieron para adecuar sus condiciones a la disputa del Mundial 2014.

Como en muchos casos, la denominación popular se ha impuesto, porque su nombre oficial es Mario Filho, en homenaje al periodista que puso más empeño en su construcción, en una época en la que parecía una locura, pero se le conoce por Maracaná, por el barrio en el que está ubicado y el río cercano.

En 1947, el político Carlos Lacerda lo comparó con un "elefante blanco" y dijo que su construcción era "un delirio tropical y un desperdicio de dinero público". Pronosticó que después del Mundial no sería utilizado.

Frente al Maracaná había una clínica inacabada y el influyente político clamó en la cámara de concejales del distrito federal: "Es una vergüenza construir un estadio frente a un hospital jamás terminado". Mario Filho le respondió: "Mientras más estadios tengamos, menos hospitales necesitaremos".

Ahora, la remodelación para el Mundial recupera la añoranza de aquellos partidos en los que, todos de pie, se apilaban en sus gradas miles de aficionados, una polémica que, según el Comité Organizador del Mundial (COL), es artificial.

Según el COL, las encuestas han demostrado que la afición prefiere el nuevo estadio, con una amplia mayoría favorable entre los mayores de 65 años.

El propio Zico se mostró hoy favorable a su nuevo aspecto. "Para mí no existe un Maracaná nuevo o viejo. Ahora es más cómodo y tranquilo, pero siempre ha sido bonito y acogedor".

"Es importante que se sepa que hace mucho tiempo que ya no iban al campo 90.000 ni 100.000 personas, era imposible. Hubo partidos con 15.000 personas. Se necesitaba un cambio y ese cambio se hizo. Es un gran estadio y me gustaría verlo siempre lleno, pero eso lo atraen los grandes jugadores y estos están fuera", justificó el exastro del Flamengo, que se mostró muy satisfecho por el ambiente que se vivió durante el Argentina-Bosnia, con mas de 74.000 espectadores en las gradas.

"Hay que agradecer a los argentinos que organizaran una fiesta preciosa. De manera pacífica, se mezclaron con los brasileños, a pesar de rivalidad. Fue un espectáculo maravilloso", añadió.

Pero no siempre fue así. Hasta que su capacidad fue reducida a 103.000 personas en 1999, el estadio acogió más de 100.000 hinchas en 197 ocasiones. Y de estos, sólo en 37 ocasiones fue con la selección brasileña o dos equipos de la ciudad.

El Santos paulista lo escogió en la Intercontinental contra el Benfica y contra el Milán, con Pelé como protagonista.

Porque antes que Zico, Pelé fue el dueño de Maracaná. Allí marcó su gol mil, de penalti el 19 de noviembre de 1969. El delantero parece que quería que fuese allí, porque "curiosamente" no marcó en las dos jornadas anteriores.

Y en el Maracaná marcó su mejor gol, años antes de que Maradona le pusiese el "copyright" a una jugada parecida. Fue el 5 de marzo de 1961, en el minuto 40 de un Santos-Fluminense. Pelé recibió el balón junto a su área. Superó a Valdo y Edmilson, pasó por Clovis, evitó a Aldair, engañó a Pinheiro, regateó a Jair Marinho y marcó ante Castilho. Superó a 7 jugadores del Fluminense.

El gol fue homenajeado con una placa a la entrada de Maracaná y dio origen a la expresión "gol de placa", que es utilizada cuando se marcar un gran tanto.

Maracaná es ahora un sexagenario rejuvenecido, donde España y Chile se juegan el miércoles su futuro. Un estadio capaz de dar gloria o de hundir al que acuda a él con prepotencia, como le ocurrió a aquella selección brasileña de 1950. Porque ya lo dijo el periodista y dramaturgo Nelson Rodrigues; en Maracaná "es prudente ponerse las sandalias de la humildad".