Inglaterra1

Italia2

INGLATERRA: Hart; Johnson, Cahill, Jagielka, Baines; Sterling, Gerrard, Henderson (Min. 73, Wilshere), Welbeck (Min. 60, Barkley), Rooney; Sturridge (Min. 80, Lallana)

ITALIA: Sirigu; Darmian, Paletta, Barzagli, Chiellini; De Rossi; Marchisio, Pirlo, Verratti (Min. 57, Motta), Candreva (Min. 80, Parolo); Balotelli (Min. 73, Immobile).

Goles: 0-1: Min. 35; Marchisio. 1-1: Min. 37; Sturridge. 1-2: Min. 50; Balotelli.

Árbitro: Bjorn Kuipers (Holanda).

Incidencias: Unos 40.000 espectadores en el Arena Amazonia de Manaos.

El Inglaterra-Italia se presentaba como uno de los grandes duelos de la fase de grupos del Mundial de Brasil, como también lo era el España-Holanda, donde no se gestó como tal por la incompetencia de la parte estatal. La derrota de Uruguay frente a Costa Rica (1-3), además, cargó de pólvora el arsenal del encuentro, que se antojaba agónico, puesto que ambos terminarían midiéndose a la necesidad uruguaya posteriormente, como miembros del Grupo D. Ante la complejidad de tal encuentro a la vuelta de la esquina, la oportunidad de ayer era indespreciable. Por ello, italianos e ingleses se entregaron a la causa, plasmando el encuentro más vistoso hasta la fecha, y ello al filo de los 32 grados centígrados que establecían la frontera para la imposición de los tiempos muertos.

La tropa de Cesare Prandelli jugó a capricho de su técnico, persiguiendo la posesión, buscando guisar con paciencia el juego amparado en Pirlo, el mariscal de campo; los pupilos de Roy Hodgson saltaron eléctricos plasmando con fidelidad el estilo inglés, buscando la verticalidad apoyándose en la velocidad.

Las prisas por el gol corrían a cargo de los ingleses, espoleados por el descaro de la juventud que reprime el sosiego. En ese choque de propuestas, los disparos desde la distancia se fueron alternando, siendo los ingleses más próximos al gol, pero ante una Italia que transmitía seguridad y paciencia, pero también peligro con trazos entre líneas que cortocircuitaban al centro del campo inglés. Verrati oxigenaba a Pirlo para la salida de balón italiana y este, en combinación con De Rossi, orquestaba marcando los ritmos.

La reconversión de la Italia de Prandelli, un equipo alejado del estereotipo histórico al otorgar un papel primordial a la estética del juego en busca de resultados, desafiando al pasado, hizo a la Azurra adjudicarse la posesión, focalizando el juego en el flanco derecho, el de Darmian y Candreva; la regeneración de la Inglaterra de Hodgson, sin complejos, funcionaba a imprevisibles chispazos, propiciando la sorpresa, exprimiendo la rapidez de Sturridge, Welbeck, Sterling o Johnson. Los minutos corrían y ninguno era claro dominador. Cada cual, a lo suyo. Y el espectador, encantado ante el mayor espectáculo que ha regalado hasta la fecha el Mundial. La igualdad no podía ser mayor al enfrentarse dos estilos. De hecho, el gol de Marchisio en el minuto 35 recibió contrapartida en el 37, cuando Sturridge devolvió las tablas al marcador. Tantos que llevaron la etiqueta de cada selección, el pedigrí distintivo. Italia marcó gracias a una acción a balón parado, con estrategia -genial Pirlo dejando pasar el esférico entre sus piernas para que Marchisio marcara desde fuera del área con un disparo cruzado-, e Inglaterra hizo lo propio con un centro al área de Rooney como paradigma del juego directo para que Sturridge marcara a placer con la testa.

El empate trajo consigo los únicos minutos de paz del encuentro. Parecía un pacto mutuo de no agresión. Pero ahí estaba Balotelli para tratar de hacer estallar la guerra. El italiano lanzó una vaselina que sacó el central Cahill bajo palos antes del descanso.

pirlo, el rey del pase "Queríamos tener superioridad numérica en el centro del campo y funcionó", atestiguaría Prandelli, quien con su propuesta hizo que Italia amasara la posesión durante 30 minutos, siendo solo superada en este Mundial por Chile, que acumuló 31 frente a Australia (3-1). En esta escena, Pirlo y De Rossi se han erigido en los pasadores del torneo, con 110 realizados el primero y 108 materializados por el segundo, siendo 103 y 102 de ellos perfectos, y convirtiéndose así en los dos futbolistas más efectivos. Lo de Pirlo fue una oda a la lógica, a la clarividencia.

Este sistema de creación permitió a Italia explotar los espacios y su eficaz banda derecha, desde donde Candreva asistió a Balotelli para que estableciera el 1-2 que resultaría definitivo. Si bien, Inglaterra terminó encerrando a una Italia que tuvo que apelar a sus artes defensivas. "Es difícil aceptar la derrota", concluiría Hodgson. Sus hombres merecieron más, quizás un empate hubiera ajusticiado al choque, pero la conjugación de estética y eficacia de Italia decidió. La Azurra ganó, pero Inglaterra hizo honor a sus tres leones del escudo y se llevó el triunfo de la autoconfianza. La agonía se traslada ahora al Uruguay-Inglaterra.