SESTOLA - "¿Qué ha pasado en el Giro?", pregunta uno que no lo ha podido ver -domingo, buen tiempo, la familia, la cervecera, la playa, quién sabe- uno que sabe, también, que la carrera rosa corre por los Apeninos, la cordillera de Pantani, cuya sola mención hace que la imaginación vuele tan alto como la cima de Sestola (1.528 metros) y las cumbres de roca aún nevadas y aún más altas. Es tan fácil soñar en tardes así. Pantani, los Apeninos, la cumbres cubiertas de nieve... "Bueno, ¿qué ha pasado en el Giro?". Nada.
Nada en el primer asalto a la montaña. Nada el sábado en el sobrecogedor Cippo di Carpegna. Y nada ayer en Sestola. Solo un ataque de Domenico Pozzovivo, pequeño y moreno como un colombiano, a cuatro kilómetros del final, en lo más duro, que no inquietó a Evans, que no hizo ni amago de responder, siguió a lo suyo y esperó la reacción de los demás, Quintana, Urán, Majka, Aru, Ulissi o Kiserlovski, sabedor el australiano de que no es el único interesado en ganar el Giro y de que, si quiere ganarlo, no puede ni debe entrar a todos los trapos, ser un toro de embestida fácil, sino sesudo y táctico, calculador, buen estratega, aunque eso le dé mala prensa y le recuerden la leyenda de chuparuedas que le persigue y niega él sin que muchos le escuchen ni crean en sus explicaciones.
"Yo no soy el único que tiene que responder", comenzó ayer la defensa de su ideología ciclista que es también la defensa de la maglia rosa a la que se acercó timidamente ayer Pozzovivo, cuarto en la general a 1:20, pero descorazonado por no encontrar el premio de la etapa que buscaba su ataque planeado por la mañana en el autobús y por la que lucharon Peter Weening y Davide Malacarne en un sprint sin color para el corredor del Orica, grande y de piernas blancas y largas. Fue, quizás, la última licencia que Evans le concedió a Pozzovivo. "Estará más controlado en el futuro".
Tanto como Nairo Quintana, su antagonista, más impulsivo, escalador y rompedor, aunque para nada bisoño ni descerebrado ni alocado, el colombiano al que solo conoce, dice, de su meteórica irrupción en el pasado Tour -segundo en la general, rey de la montaña, mejor joven y ganador de una etapa en los Alpes- no es el que se imaginaba. Como nadie se imaginaba unos Apeninos tan tristes e intrascendentes. "No ha ido tan fuerte como nos esperábamos", valoró desde su trono rosa el australiano, que habla de ganar el Giro como prioridad suprema y de que las etapas son trofeos secundarios que deben perseguir otros que saben que no pueden alcanzar el rosa en el Zoncolan dentro de dos semanas. Contador, por ejemplo, ya ganó el Giro de 2008, sin ganar una sola etapa. "Ya me preocuparé de las victorias más adelante". Para entonces, este fin de semana y la próxima y tercear semana del Giro a la que todos temen, espera a otro Quintana. El del Tour.
Al colombiano, quieto el sábado y quieto ayer, le lastra la caída del jueves en Montecassino. O quizás eche de menos a Purito, otro agitador en la montaña, acuchillado por el asfalto ese mismo día y en casa desde entonces. Sobre cómo salvar la ausencia del catalán debe pensar Nairo hoy, día de descanso, mientras se lame las heridas como lo hará medio pelotón. Entre ellos Scarponi, que ha dicho adiós al Giro en los Apeninos, en los que ha resurgido su compañero de habitación, el alavés Mikel Landa, golpeado en todos los costados durante la primera semana y fuerte y sano como para atacar el sábado en busca de la victoria en Montecopiolo o como para llegar ayer sin dificultad en el grupo de Evans. Al día de descanso llega a gatas Gorka Izagirre, que se cayó ayer y fue a golpearse la misma zona que ya tenía tocada de un accidente anterior, lo que hizo que llegara al hotel con la moral gris de los que no acaban de ver el sol, pero aliviado de no haberse roto nada.
Victoria del Caja Rural En la Vuelta a Castilla y León el Caja Rural se llevó la última etapa de Bembibre gracias a Luis León Sánchez, que atacó a falta de 30 kilómetros, alcanzó a Beñat Txoperena subiendo el puerto de Onamio y recorrió en solitaria el camino hasta la meta después de la caída en el descenso del corredor del Equipo Euskadi. David Belda, ganador la víspera, se llevó la general.