Duración: 1h 20:15 minutos de juego; 33:05 de juego real.
Saques: 1 de Olaizola II (tanto 5).
Faltas de saque: Ninguna.
Pelotazos: 712 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 10 de Olaizola II, 6 de Aretxabaleta y 1 de Merino II.
Errores: 6 de Olaizola II, 4 de Aretxabaleta, 8 de Titín III y 3 de Merino II.
Marcador: 1-0, 5-1, 9-2, 10-2, 11-3, 12-4, 12-5, 13-7, 14-8, 15-10, 15-11, 17-12, 18-12, 19-14, 20-14, 21-17 y 22-17.
Apuestas: De salida se cantaron posturas de 100 a 25 favorables a Olaizola II y Aretxabaleta.
Botilleros: José Ángel Balanza 'Gorostiza' aconsejó desde la silla a Olaizola II y Aretxabaleta. Martín Alustiza ejerció de botillero de Titín III y Merino II.
Incidencias: Lleno en el frontón Adarraga de Logroño para presenciar el último partido de la sexta jornada de la liguilla de cuartos del Campeonato de Parejas de Primera.
Logroño. Un pequeño parpadeo. Un momento de relajación y Titín III y David Merino volvieron al partido, se reengancharon a la batalla y pusieron en aprietos a Aimar Olaizola y Andoni Aretxabaleta. La pareja de Asegarce tuvo el encuentro totalmente controlado, con una renta más que suficiente para terminar el partido sin apuros, pero bajaron el pistón en el peor lugar posible: en el Adarraga. El público riojano llevó en volandas a los suyos, Augusto recuperó su chispa y la figura del zaguero de Villar de la Torre engrandeció, llegando a cada esquina de la cancha y devolviendo todas las pelotas gracias a su poderosa derecha y su zurda de campanillas. Pero otra vez más Aimar sentenció. El goizuetarra, con un par de zarpazos, cerró el encuentro para lograr mantenerse invictos en el Parejas.
Una resistencia riojana que fue encabezada por Merino. Los gemelos volvieron a atormentar al guardaespaldas de Titín debido a la dureza del choque, siempre dominado y sumando kilómetros sin parar. Las piernas de David no funcionaron al cien por cien y los calambres amenazaron más de una vez, obligándole a acudir a los vestuarios a recibir un masaje. A pesar de todo esto, su corazón no se rindió y a base de aguantar las embestidas de Olaizola y Aretxabaleta, permitió que la pareja riojana se acercara y metiera el miedo en el cuerpo a los actuales líderes del Campeonato.
Sin embargo, los primeros en golpear fueron los colorados. Aimar marcó su terreno y comenzó a repartir a diestro y siniestro. Todos los remates del goizuetarra eran tanto y los riojanos se veían impotentes. Así, con Olaizola dominando el partido a sus anchas, Aretxabaleta pudo mandar desde los cuadros traseros. El zaguero de Markina realizó una primera fase del encuentro soberbia y sacó el máximo rédito posible al gran trabajo del delantero de Goizueta. Además, la pareja de Asegarce no solo atacó, también realizó una defensa perfecta, que hizo que Titín y Merino no encontraran ningún resquicio ante la gran muralla que se erigió delante de ellos.
El 9-1 pareció indicar que los líderes del Parejas acabarían con sus rivales por la vía rápida y las sensaciones que hubo en la cancha tampoco dijeron lo contrario. No obstante, nunca se puede dar por muertos a Titín y Merino, y menos en el Adarraga. La pareja local estaba en coma, agonizando, pero el frontón logroñés confió en la remontada épica y no permitió que los suyos se rindieran nunca, les dieron un pequeño soplo de aire y los de Aspe lo convirtieron en todo un huracán. Una situación que Olaizola y Aretxabaleta no se esperaban. Algo que no entraba dentro de sus planes iniciales. Sin embargo, en el recinto de Logroño nada sale como está escrito en el guión y Augusto y David pasaron del 10-2 a un ajustado 15-11. El frontón estalló.
Vuelta a empezar Las dos parejas comenzaron una batalla magna, de un desgaste físico tremendo. Los colorados pecaron el exceso de relajación y no volvieron a entrar en el partido. Olaizola perdió la chispa inicial en el remate y Aretxabaleta comenzó a cometer errores. Por su parte, los riojanos tampoco estaban muy acertados, pero tiraron de su enorme orgullo y del apoyo de su público para conseguir los tantos a base de esfuerzo y de dejarse la piel contra el cemento.
Pero Aimar siempre tiene un as guardado en la manga. Un último truco de magia reservado para los instantes a vida o muerte. En el momento más crítico, con 20-17 en el electrónico, cuando los brazos de los pelotaris parecían encogidos, el delantero colorado sacó un remate letal y, a continuación, forzó el error de Titín para cerrar el partido (22-17) y enmudecer a las gradas del Adarraga.