Tours. Marcel Kittel tiene 25 años, un rostro angelical, una sonrisa de candidato y unas piernas de fuego. Todo lo contrario que Mark Cavendish, al que ayer derrotó con autoridad en el sprint de Tours para sumar su tercer triunfo en la ronda gala y comenzar el relevo generacional entre los leopardos. Tres años hay de diferencia entre Kittel y Cavendish pero todo un mundo les separa. El ciclista de la Isla de Man, el bad boy del pelotón, cedió en el cuerpo a cuerpo frente al hombre de Arnstadt, el yerno ideal.
El ciclista en activo que más veces ha ganado en el Tour probó la medicina de un ciclista ascendente, que hasta esta centésima edición nunca había vencido en la ronda gala. Todo un símbolo de que la transición está en marcha. Kittel ha ganado tres veces y en tres formatos diferentes. En Bastia fue el único esprinter que sobrevivió a una caída en los últimos kilómetros y no tuvo problemas para imponer su punta de velocidad y vestirse con el primer maillot amarillo. Hace dos días, en Saint-Malo, Cavendish entró tarde al sprint y rozó contra el holandés Tom Veelers, lanzador de Kittel, por lo que no pudo entrar en la lucha directa por la victoria. El ciclista del Argos se impuso a su compatriota Marcel Greipel, de 30 años, hasta ahora el gran rival de Cavendish.
El de ayer fue un triunfo sin peros, un auténtico golpe de Estado. Kittel comenzó a esprintar más tarde que Cavendish, perfectamente lanzado por su lugarteniente Gert Steegmans. Como en los viejos tiempos, como le gusta al británico. Pero cuando los cronistas comenzaban a preparar la narración de su vigésimo quinta victoria, apareció la sombra de Kittel, que aprovechó la aspiración de Cav -"¿qué mejor lanzador que Cavendish?", afirmaba en la meta el alemán- y le adelantó por media rueda. Rey doblegado. Rey coronado. "No tengo nada que decir, ha sido más rápido que yo. Mis compañeros han hecho un trabajo fantástico, me han servido un gran sprint, pero no he podido rematar", aseguró el de la Isla de Man.
Rostro de circunstancias, cara de pocos amigos para el hombre que el año pasado fue designado como el mejor llegador de todos los tiempos. Los números cantan. Lleva 24 triunfos en el Tour. Uno menos que André Leducq. Cuatro menos que Bernard Hinault. Diez menos que Eddy Merckx. Leyendas a tiro de piedra. Los récords parecían a su alcance. Sus cinco triunfos este año en el Giro anunciaban otro año excepcional del británico, que sumó tres en el Tour del año pasado, cinco en cada uno de los dos anteriores, seis en el de 2009 y cuatro en el de 2008. A poco que mantuviera su regularidad, Hinault parecía a su alcance este mismo año. Y, con 28 años, Merckx era pan comido en un par de años más. Pero todo eso sin contar con la eclosión de un rival a su medida.