bilbao. Otra noche de temor, la tercera, y una nueva mañana de tensión a la espera de alguna señal de lo que estaba ocurriendo allí arriba en la montaña acabaron cuando desde el Campo Base Lolo González anunció: "¡Juanjo está con vida! El equipo de tres sherpas se encuentra a 40 minutos de llegar hasta su posición, con los medicamentos, hidratación, alimentación y abrigo que necesita".

Eso que liberó tantos corazones que empezaron a creer en el milagro ocurrió sobre el mediodía y poco después, a las 13.00 horas, pasó algo aún más emocionante. Enrique Osiel, uno de los compañeros de expedición de Juanjo Garra, informó de la llegada de los dos sherpas que habían dormido en el Campo III hasta la posición en la que se encontraban el alpinista catalán y Kheshap, el sherpa que le ha acompañado todos estas noches poniendo en riesgo su propia vida en una demostración de humanidad inmensa. Le asistieron con hidratación, alimento, medicación y, lo más importante, oxígeno para aliviar los pulmones y el cerebro tras tantas horas rozando los 8.000 metros de altitud. De todas maneras, a esa altitud seguía siendo imposible que el helicóptero de Simone Moro, volcado en la operación de salvamento, pudiese recoger a Juanjo Garra y a Kheshap para bajarles directamente al Campo Base. Por eso, del Campo III donde les había dejado Moro partieron en su busca el médico Jorge Egocheaga y Nigma, un sherpa duro como el hielo de la zona del Makalu, para ayudar en un descenso paciente por la dificultad del terreno y la propia fragilidad de Garra, que trata de avanzar con el tobillo roto.

"Todo el esfuerzo se dirige ahora a llevar a Juanjo al Campo III", señala Sebastián Álvaro, que está convencido de que desde ahí sí podrá maniobrar el helicóptero de Simone Moro. Lo dice porque lo comprobaron ayer, cuando el italiano aprovechó uno de los viajes para rescatar a siete montañeros: cinco de una expedición hindú que se había complicado la existencia en el Dhaulagiri y dos sherpas de una alpinista japonesa que ha desaparecido en la parte alta de la montaña y se cree que puede haber montado un Campo IV un poco más arriba para subsistir. Con ellos bajó el experimentado alemán de la expedición Amical Dominique, que subió con botellas de oxígeno para que los sherpas se las llevaran a Juanjo Garra. "He oído a los chicos motivados y con más ganas que nunca por hacer las cosas bien. Es decir: con pasión y la cabeza fría. Les he dicho que puede ser el día en que nos ganemos la buena suerte, como bien dice mi amigo Alex Rovira", apunta Sebastián Álvaro. La noche se cerró sobre el Dhaulagiri sin noticias sobre la ubicación concreta de Juanjo Garra y los sherpas que le ayudan a descender poco a poco hacia el Campo III, donde se espera, si logran alcanzarlo favorecidos por la luna llena, esta misma mañana pueda ser recogido por el helicóptero de Moro, al que la oscuridad impidió una nueva ascensión a última hora de ayer. Se desconocía también si Egocheaga y el sherpa Nigma se habían encontrado con el grupo para ayudarles en el descenso y atender a Juanjo Garra y Kheshap. Sin embargo, la comunicación era fluida con Alex Txikon y Ferrán Latorre, a quienes el helicóptero de Moro solo pudo dejar a 6.100 metros de altitud y desde esa cota ascendían rumbo al Campo III para unir sus fuerzas al del resto de la operación de rescate. Ayudados por las buenas condiciones climatológicas y la luna llena, a última hora de ayer se encontraban cerca de los 7.000 metros y el objetivo del Campo III. "No se les puede pedir más a nuestros dos buenos amigos. Son unos alpinistas extraordinarios pero me quedo con que son mucho mejores personas", zanjó emocionado Sebastián Álvaro.