BERLÍN
Era casi medianoche y la mayoría de atletas que habían corrido por la mañana el maratón de Berlín descansaban en sus casas, cuando una figura zigzagueante cruzó lentamente la meta en la mítica Puerta de Brandeburgo. Varias personas lo recibieron como a un ganador. El venezolano Maickel Melamed había vuelto a lograrlo. Nacido con un retraso motor que lo convertía en "una masa inerte" sin posibilidad de movimiento, Melamed (Caracas, 1975) pasó de tener una esperanza de vida de una semana a completar el domingo pasado la prueba reina del atletismo.
Tardó 14 horas y 20 minutos, pero demostró más que nunca su lema si lo sueñas, haz que pase, porque "nada es demasiado grande para que no lo intentes". Solo un año después de haber conquistado el asfalto neoyorquino atravesaba la Puerta de Brandeburgo con una mejor marca. Con el corazón como único músculo, corre maratones con el propósito de ayudar a los demás.
camino propio "Mi cuerpo definitivamente no da para eso pero cuando lo tiene que dar, lo da", explica incombustible en un entrevista con Dpa. Correr maratones es romper "un muro más, el de las categorías humanas". Es la vía perfecta "para inspirar a los seres humanos a emprender su propio camino" para "abrir mentes y corazones".
Su llegada al mundo fue "toda una aventura épica", relata emocionado. La posibilidad más optimista le daba apenas unos siete días de vida. Nunca sería normal. Pero Maickel se empeñó en salir adelante y perseguir sus sueños confiando en el potencial humano. A partir de ahí nunca se detuvo. Es su inagotable energía, y no su escasa fuerza la que le ha permitido desde escalar la montaña más alta de su país hasta completar los maratones de Nueva York y Berlín. En pocos minutos contagia su energía y da una lección de humanidad. "Desde niño he concentrado mi existencia en vivir. Podría haber decidido quedarme en una cama y nadie, absolutamente nadie, se habría extrañado o me lo habría negado", argumenta sin titubear ni una vez. Para él, los maratones son "una increíble metáfora de la vida", una apuesta... "porque empiezas, pero nunca sabes qué va a pasar ni cómo vas a terminar".
Economista, coach, psicoterapeuta Gestalt y conferencista, Maickel reconoce vivir la vida "huyendo de la muerte y mirándola de frente, casi persiguiéndola a diario". Está convencido de que con constancia y perseverancia no hay límites para el ser humano y son miles los que siguen sus pasos gracias a su proyecto ¡Vamos! "El exitoso no es el que logra algo, sino el que después se pregunta ¿y ahora qué?". Por eso tampoco considera imposible cambiar el mundo. "Para lograr el cambio solo hay que querer de verdad", dice convencido. "Pero con hechos, no con palabras".
Y también es necesario entrenar duro. "Cuando empecé a pensar en los maratones, apenas podía correr 500 metros. Para Nueva York entrené 1.100 días, 6.240 kilómetros". Y Berlín fue más difícil: "Sufrí una fuerte caída con golpe en la cabeza, pero eso le puso salsa. Lo más natural de la vida es caer, lo importante es cómo te levantes. Y yo decidí seguir, animado por el obstáculo".
las paradojas Melamed sonríe cuando explica cómo el factor físico pasó a ser su principal apuesta. "Mi padre siempre me dijo que lo que yo tenía era mi cabeza y que debía concentrarme en ello. Lo que ni él ni nadie esperaban era que me convirtiera en una paradoja (...), que lograra mis objetivos a través de lo físico (...), pero es que lo único que transforman son las paradojas". "Creemos que no tenemos poder para cambiar las cosas pero hay muchos que lo han conseguido", afirma tajante. "Solo es necesario cambiar al ser humano".
Pero para ello hay que aceptar las diferencias, insiste. "Queremos igualarnos en lo que hacemos, decimos y tenemos, como si nuestras vidas consistieran en llenar el mismo álbum de barajitas", compara. "Así desperdiciamos recursos. La diferencia es lo único que puede llevarnos a la riqueza y a la productividad". "Nos hemos acostumbrado a la autosuficiencia a nivel personal, familiar y de países (...) A mí me pasa lo contrario, me he acostumbrado a necesitar la mano amiga. Soy cliente asiduo de la solidaridad". En Berlín llegó solo, pero liderando, como tantos otros discapacitados, el pelotón de la superación.