París. Varios jugadores del Montpellier de balonmano, entre ellos el campeón olímpico Nicola Karabatic, considerado el mejor jugador del mundo, fueron arrestados ayer en París en relación con la investigación abierta por el presunto amaño de un partido para obtener beneficios mediante apuestas.

Los arrestos tuvieron lugar minutos después de que el Montpellier, ganador de nueve de los últimos diez títulos ligueros franceses, se inclinara en encuentro de liga contra el París Saint-Germain por 38 a 24. Aunque el equipo de la capital se ha reforzado mucho gracias al dinero aportado por los propietarios cataríes, el resultado muestra que los jugadores del Montpellier se vieron afectados por el escándalo de las apuestas.

Además de Karabatic, fue arrestado su hermano Luka, también jugador del Montpellier, y Samuel Hanrubia y Mladen Bojinovic, traspasados al PSG al principio de esta temporada, además del fisioterapeuta de la formación, que también trabaja para la selección. En total, se procedió a efectuar diez arrestos.

Agentes de la policía aguardaron a los jugadores al final del partido y los arrestaron y los trasladaron a Nanterre, a las afueras de la capital, para someterlos a interrogatorios. Según diversas fuentes, los arrestados no volverán a Montpellier con el resto del equipo. Además, también serán interrogadas las esposas o novias de algunos de los deportistas.

La policía sospecha que al menos ocho jugadores del club, además de sus esposas y novias y miembros del equipo técnico, apostaron fuertes cantidades de dinero a un encuentro de finales de la pasada temporada, lo que les habría reportado unos 200.000 euros.

El grueso de las sumas apostaba por una derrota del Montpellier en el descanso del encuentro disputado contra el Cesson-Sévigné el pasado 12 de mayo, cuando los primeros ya se habían garantizado el título.

El organismo público de apuestas francés detectó una cifra anormal de apuestas sobre ese partido, 70.000 euros, frente a los pocos cientos habitualmente, por lo que alertó a las autoridades.

Enseguida se abrió una investigación que permitió averiguar que el grueso de los apostantes eran jugadores del Montpellier o allegados. El reglamento francés impide a los deportistas apostar, directa o indirectamente, en una competición en la que están implicados. El escándalo salió a la luz el pasado martes y ha provocado un gran revuelo en Francia, una de las grandes potencias mundiales en balonmano.