Ataviada de txapela e ikurriña, Maider Unda festejaba como una niña con zapatos nuevos su primera medalla olímpica. Esto era nuevo, no así el material que se colgaba del cuello por cuarta vez en unos campeonatos de prestigio. La luchadora alavesa no podía contener la emoción.

Recién finalizado el combate por el tercer puesto contra la bielorrusa Marzalyuk, Unda botaba y agitaba los brazos con una sonrisa de felicidad e incredulidad por haber completado con éxito su impresionante bagaje deportivo. Desde las gradas del ExCeL Exhibition Centre, sus seguidores -viajaron hasta la capital inglesa un buen número de ellos- sujetaban un cartel que rezaba Iron Maider (Maider de hierro). En un juego de palabras con el mítico grupo británico Iron Maiden, sus fans la veían inquebrantable. Maider ha demostrado su fortaleza sí, pero no es ninguna Tony Stark , el altruista millonario que se esconde bajo la máscara del superhéroe que interpreta Robert Downey Junior. Maider es de carne y hueso y sus desempeños diarios al cargo del caserío familiar junto a la durísima preparación que ha llevado a cabo para alcanzar la gloria olímpica así lo atestiguan.

Si algún metal define a la luchadora de Olaeta es el bronce. Cuatro ha cosechado ya en las citas más importantes de la disciplina: dos en europeos, uno en el mundial y este último. Olímpico.

La última hazaña de Unda comenzó a gestarse poco antes de las tres de la tarde ante la colombiana colombiana Ana Talia Betancur. Parecía un trámite. La alavesa se deshizo de su rival en dos asaltos. El primero de ellos por dos a cero y el segundo por uno más.

Una hora más tarde fue la luchadora de Mongolia Burmaa Ochirbat la que se interponía en el camino e Unda. La cosa no sería tan fácil pero Maider se hizo por uno a cero con el primer asalto. Ochirbat no se rindió y empató el combate con un dos uno. El tercer y definitivo envite se saldó con victoria por la mínima de la alavesa cuando faltaban 18 segundos para el desenlace. Más tarde Unda reconoció que así lo buscó para no dejar a su rival tiempo de reacción. La lucha es también un deporte con sus dosis de estrategia.

De esta forma, Maider encaraba la lucha por las medallas, en semifinales, ante la búlgara Stanka Zlateva Hristova, cinco veces oro europeo, otras tantas mundial y doble plata olímpica contando la de ayer. La búlgara se mostró muy superior y mandó a Unda hacia su última oportunidad de tocar el cielo olímpico. A la lucha por el bronce.

Allí le esperaba la bielorrusa Vasilisa Marzalyuk. Dentro de un combate donde los nervios se dejaron notar, la alavesa solventó por la mínima los dos primeros asaltos. Había logrado su sueño. Maider, coleccionista de medallas, se ganaba un nuevo bronce. El más brillante de todos. El que cierra un bagaje histórico para el deporte estatal y, como no, alavés.