ANtes de empezar a analizar lo verdaderamente importante, la lucha por la general, hay que dar la enhorabuena a Christopher Froome. El domingo hizo un auténtico etapón subiendo La Covatilla y ayer protagonizó una gran crono, enfundándose el maillot de líder. Siempre es bueno que salga gente joven y buena, que se produzcan relevos generacionales, ya que eso es lo único que puede garantizar que el ciclismo siga vivo.

Vayamos ahora a lo importante, a la lucha por la victoria final. Creo que el gran beneficiado de la jornada de ayer fue Vincenzo Nibali. El italiano está a solo 31 segundos del liderato y es el único de todos los favoritos que no está obligado a atacar si quiere ocupar el cajón más alto del podio de Madrid. En el otro lado de la moneda coloco a Bradley Wiggins, ciclista del que esperaba bastante más. Puede que al del Sky le pudiera la presión, ya que marcó buenos registros hasta el ecuador de la contrarreloj, pero luego se vino abajo.

¿Y a qué conclusión llego después de todo esto? Pues que todo el mundo estaba esperando a que pasara la jornada de ayer y que ahora no queda otra que atacar, pero no atacar a tres kilómetros de meta, sino a cincuenta. Hay muchos corredores con opciones de ganar esta Vuelta, pero el único camino que tienen es intentar romper la carrera desde lejos para poder poner nerviosos a sus rivales. El único que puede correr a verlas venir es Nibali. Él es el rival a destronar.

El que lo tiene más difícil es Euskaltel-Euskadi. Se juega ser equipo del Pro Tour el año que viene para lo que necesita cosechar victorias.